Capitulo 32

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Leed este capítulo en soledad. Duele, y bueno, si sois como yo que cada vez que leéis algo necesitáis expresar lo que sentís llorando, gritando, ofendidos o golpeando un objeto inanimado, es mejor hacerlo a solas. Aclarado esto, estáis advertidos...

Pov narradora:

Stephen despierta por sentir una fuerte presión alrededor de su cuerpo. Se calma con rapidez al notar que ha quien tiene rodeando sus costillas, es su esposa. Hoy han dormido del lado opuesto al que suelen hacerlo por culpa de las esposas. Así que, Wanda solo le cubre con un brazo. Él, despeja su rostro apartando como puede el cabello de la cara que tanto le gusta de su amada. Aún así, no la ve, ella está escondida en su cuerpo.

-¿Wanda? Buenos días. -Pronuncia él, alegre, pero desconcertado por la actitud de ella. Aún así, se siente dichoso de poder abrazar de nuevo a la mujer que ama.

-Buenos días. -Responde ella alzando al fin la mirada y regalándole una sonrisa deslumbrante.

-¿Qué pasó anoche contigo? -La mujer frunce el ceño. -Estuviste gritando en sueños durante mucho tiempo. Me preocupe mucho. -Wanda alza sus cejas.

-Serían pesadillas sin importancia.

-¿No las recuerdas? -La pelirroja muerde su labio inferior a la vez que niega. Decide darle un beso en los labios. Sabe que eso le distraerá de su pensamiento actual.

-Pero creo que ahora la prioridad es, la primera, que nos abran la puerta, y la segunda, que nos quiten estos artilugios del diablo. Por cierto, mi muñeca arde. -Dice mientras hace una mueca de dolor.

-Eso es extraño... No hacen daño. -Ella encoge sus hombros.

Pero Wanda está mintiendo. Recuerda a la perfección todo lo que vió anoche. Y algo tiene claro... No fueron sueños.

Ambos se levantan y él termina de vestirse, aunque Wanda solo se puede permitir una camiseta de su esposo, ya que no tiene otra cosa más que cubra su cuerpo. Los dos comienzan a impacientarse cuando pasa más de media hora y por allí no se aproxima nadie. Wanda, cansada, se levanta con decisión y da fuertes golpes a la puerta, conjuntado con sus gritos.

-Amor, cálmate.

-De eso nada, si no vienen todavía es por algo, te lo aseguro.

Dominga acude a la habitación, introduciendo la llave y abriendo la puerta poco a poco. Wanda alza las cejas cuando la anciana pone un pie dentro de la habitación.

-Bueno... Buenos días, supongo. ¿Cómo os sentís? -Sonríe, intentando apaciguar el enfado que sabe que emerge de Wanda.

-¿Crees que esa es la primera pregunta importante? -Entrecierra sus ojos.

-¿Si...?

-Mal, estamos incluso peor que antes, así que ahora, líbranos de esto. - Wanda alza ambas manos a la vez y Stephen la ve de reojo decidiendo no interferir en esa descarada mentira.

-Es que... Hay un asuntillo, nada importante. -La mujer mayor se remueve, nerviosa, pero la fría mirada de la oji-verde, la hace dar un paso hacia atrás. -No-tenemos-la-llave... -Wanda observa a Stephen, claramente ella tenía razón.

-¿¡Qué!? -El grito de Wanda hace que Dominga salga disparada de allí y atraiga a América.

-¿¡Qué pasa!? -Pregunta la recién llegada, exaltada.

-No lo voy a repetir una sola vez más, pero, o buscáis las llaves y las metéis en estás esposas acabando con vuestros planes indeseables, o... -No hace falta terminar la frase, pues América se apresura a disculparse, y acelerarse para cambiar de universo.

Entre Tu Mundo Y El MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora