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—¿De qué va, Chan?

—Por la Luna, Alfa. Son las 6 de la mañana y llevas todo el fin de semana hablándonos de esto, cállate — pidió Tiffany mientras rodaba los ojos.

MinHo bufó, cruzó los brazos y se recostó contra el respaldo de su asiento en la cafetería. La luz del sol era anaranjada, filtrándose por los ventanales del local y haciendo que su piel se viera angelical.

Mientras refunfuñaba desde su lugar en la cafetería, con una de sus barritas de chocolate favoritas entre sus manos, Tiffany y Chan se encontraban tras la barra, dando los últimos retoques antes de la hora de apertura.

—¡Me llevó hasta mi casa!—exclamó como si fuera la mayor locura en el mundo—¡Mientras estaba borracho!

Tiffany puso los ojos en blanco sin detener su trabajo.

—¿Y qué esperabas? El chico es más dulce que la leche condensada — MinHo rodó los ojos y dio un mordisco a su barrita de chocolate blanco.

—Esto es vuestra jodida culpa por poner tanto alcohol en la cena — dijo después de masticar, frunciendo el ceño.

—¡No sé de qué hablas! — dijo Chan a la defensiva, soltando el trapo con el que limpiaba y levantando las manos en alto—. Yo no hice nada.

Tiffany, en cambio, puso los ojos en blanco por quinta vez en lo que llevaba de mañana, luego salió de detrás de la barra para bajar las sillas de encima de las mesas y colocarlas para cuando los clientes entraran.

—JiSung está a punto de llegar, MinHo. Sal corriendo antes de que llegue — bromeó la omega mientras bajaba las últimas sillas.

Al mencionado, sin embargo, le pareció una buena idea. Lo último que quería era encontrarse una vez más con aquel chico con aspecto de Quokka.

Él simplemente era un lobo solitario. Amaba a sus amigos y familia, pero la gente nueva siempre le resultaba difícil de procesar. Y es que vivir en una pequeña isla helada en la que todos se conocen entre sí no era habitual encontrarse con gente nueva.

Y luego llegó él. Haciendo que su corazón latiera y cometiera el error de confiar en un humano sin pensar en las consecuencias. Y cuando él se fue, construyó paredes de hielo alrededor de su corazón, negándose a dejar que nadie volviera a entrar.

—Nos vemos a la hora de comer, los amo — se despidió mientras se abrochaba su chaqueta negra y abría la puerta para salir del local.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de encontrarse con el peliazul en el camino. Y lo que era peor, su perro, Dal, caminaba alegremente a su lado.

—¿Pero qué mierda? — pregunta mirándolos con el ceño fruncido.

-—Buenos días, MinHo. ¿Cómo te encuentras hoy? ¿Aún tienes resaca? — se burla cuando llega frente a él.

—No me jodas, ratón. ¿Ya has secuestrado a mi perro también? — responde MinHo, ignorando la pregunta mientras Dal se sienta en la nieve, entre ambos, mirándolos con la lengua fuera.

Dal simplemente parecía estar feliz todo el tiempo.

—Creo que le gusto — sonríe JiSung, mostrando sus regordetas mejillas, algo que MinHo no debería encontrar atractivo.

—Voy a ponerte una orden de alejamiento — pone los ojos en blanco al ver cómo JiSung se inclina para acariciar la cabeza de Dal.

—No es mi culpa que tu perro opine que soy mejor que tú. Esta mañana me lo encontré en el porche de mi casa, creo que me estaba esperando.

❝Heart cold as ice blue❞『•MinSung•』Where stories live. Discover now