Capítulo 8

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El sudor escurría lentamente por el rostro de Yuji Itadori empapando el cuello, parte de su pecho y espalda, de su camiseta sin mangas negra que estaba usando actualmente. Sus brazos estaban ardiendo y sus piernas no parecían querer responder a las órdenes de su mente para que volvieran a golpear el saco de boxeo que estaba colgado a unos metros de él, justo en frente, a la distancia de su pierna completamente extendida cuando lanzaba una patada.

Llevaba algunas horas entrenando para hacer desaparecer la tensión que sentía en su cuerpo que, sumada a la preocupación y remordimientos que envolvían su mente, hacían que no pudiera dormir o descansar para el día siguiente. Dentro de unas horas iban a planear su estrategia para moverse en consecuencia. Kinji se había unido al grupo y podían trabajar para encontrar a las personas que necesitaban para engrosar su grupo contra el de Kenjaku, quien probablemente estaba aumentando sus filas con cualquier aliado o hechicero que encontrara interesante o con un poder mayor.

El grupo de estudiantes (Yuji, Megumi, Panda, Kinji y Kirara) había regresado a la habitación oculta dentro de la escuela de Tokio y donde los estudiantes estaban descansando para el próximo movimiento que tenían en la lista, aunque eran dos en estos momentos y debían ver cómo proceder ante ambos.

Megumi tenía su mente solamente enfocada en su hermana y en hacer que la chica saliera del Juego de Sacrificio para poder llevar una vida tranquila; pero también estaba el hecho de que debían seguir a Ángel y obtenerla para liberar a Satoru de la Prisión Confinadora y poder hacer que el profesor detuviera a Kenjaku y sus aliados.

Esos eran los dos movimientos que el grupo tenía sobre la mesa. Megumi se había posicionado en el camino que lo llevaba a obtener los puntos para sacar a su hermana del juego, lo que era lógico para el resto de los estudiantes en la habitación. Si alguno de ellos tuviera algún familiar, harían lo mismo que Megumi.

Y Yuji iría con él.

―Bien―Kinji apareció caminando con las manos metidas en los bolsillos. Panda, Megumi y Kirara que estaban sentados miraron al chico de tercero sentarse frente a ellos y Yuji giró la cabeza sobre su hombro para observar a sus compañeros a la vez que dejaba caer los brazos y un suspiro salía de su boca―. Nuestros planes deberían ser los siguientes. Por la información que hemos obtenido, actualmente tenemos dos posibles objetivos para cambiar las reglas. Hiromi Higuruma situado en la Colonia N.º 1 de Tokio y Hajime Kashimo situado en la Colonia N.º 2 de Tokio. Ambos tienen 100 puntos para poder cambiar las reglas a nuestro favor o para cumplir uno de los objetivos.

Los ojos del estudiante de tercer año se movieron hacia Megumi Fushiguro, el único miembro de aquella habitación que estaba preocupado por un familiar, dado que este había sido afectado de forma directa por el Juego de Sacrificio que Kenjaku puso sobre el mundo.

―Debemos ver cómo proceder entonces, ¿no?―Panda preguntó, levantando la mano―. Por supuesto, da igual tras la persona que vayamos. Higuruma y Kashimo cuentan con los cien puntos que necesitamos y podemos usarlos para añadir las reglas a la lista que se estableció en un inicio. Pero ¿quién irá a por quién?

Para poder añadir una regla la persona participante en el Juego de Sacrificio debía de tener 100 puntos para que fuera posible. Empezar a recolectar puntos era una pérdida de tiempo para Kinji, quien había priorizado la toma forzada de los puntos de cualquier otro que hubiera alcanzado dicha suma o hacer que se unieran a su bando, lo que les daría dos fuertes compañeros.

―Tenemos entonces las dos posibilidades―Kinji levantó dos dedos frente a los chicos―. Uno: nos enfrentamos a Higuruma o Kashimo y tomamos sus puntos a la fuerza o dos: logramos convencerlos de que se unan a nuestro lado y obtenemos los puntos gracias a que serían nuestros aliados o que se los transfieran a uno de nosotros. Me decanto a iniciar por la segunda, pero no tengo problema en ir a por la primera opción.

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