CAPITULO I

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CAPÍTULO UNO

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CAPÍTULO UNO

Me consideraba un hombre con suerte, así era hasta hace cinco años cuando una misión en la que ignoré a mi sentido común terminó arruinando toda mi carrera y mi suerte terminó en ese preciso momento.

De ser el mejor alumno de la academia de policías, capitán más joven en la unidad de crímenes especiales y miembro fundamental en investigaciones contra el narcotráfico terminé siendo un simple trabajador a medio tiempo. Agradezco tener un trabajo para mantenerme con vida, pero no puedo comparar mi situación actual con mi anterior trabajo donde a cada minuto podía capturar delincuentes o involucrarme en persecuciones. La sensación de adrenalina es diferente y casi nula comparado con la segunda opción.

Durante mi mejor época solía tener un lema: "la vida se basa en decisiones y consecuencias", era fiel a ese lema, pero la decisión que arruinó por completo mi vida fueron diez gramos de estupefacientes, la consecuencia fue ser despojado de mi placa y de mi trabajo junto al amor de vida.

La gran belleza de Las Vegas es lo extremadamente cautivadora que puede llegar a ser, pero disfrutar de su belleza tiene un precio que puede conducir a tu propia perdición.

Luego de perder mi trabajo y todo lo que le daba sentido a mi vida, decidí tomar una segunda decisión, esta vez con una consecuencia positiva. Estuve más de un año en rehabilitación y conseguí trabajo en un restaurante muy concurrido de Las Vegas, está cerca de los hoteles, por lo que recibimos bastantes turistas saturándonos de trabajo todo el tiempo.

Las puertas de la cocina en el restaurante se abren captando mi atención. Asael, una de las meseras, entra buscando a alguien y se detiene en cuanto me ve mirándola.

—¿Pusiste algo en la comida, Zaiden?

Frunzo el ceño desconcertado por su pregunta.

—Define "poner algo", porque las recetas llevan demasiados ingredientes —contesto mientras sigo cortando las verduras—. Y si hablas de drogas —La miro por un instante—, estás loca. Dejé esa mierda estimulante hace tres años ¿Por qué preguntas?

—Uno de los comensales pide hablar con el cocinero en turno.

Dejo el cuchillo en la mesa para limpiarme las manos y verla.

—¿Dijo algo más? —niega con la cabeza viéndome fijamente. Me quedo quieto observando la puerta por unos segundos, no puse nada nuevo en la receta, ningún alimento estaba descompuesto y la medida de sal junto con el tiempo de cocción fueron los correctos, así que, no, no podría ser algo malo si un comensal quiere hablar conmigo— ¿En qué mesa?

Pregunto directo.

—Mesa diez.

Asiento antes de quitarme el delantal y salir de la cocina, me dirijo a la mesa que Asael mencionó, pero me detengo abruptamente al reconocer la espalda del comensal. Si creía no estar en problemas, me equivoqué.

Casino de secretos: La misión decisivaWhere stories live. Discover now