CAPITULO V

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CAPÍTULO CINCO

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CAPÍTULO CINCO

La habitación privada en el casino es el territorio de Evanthia. Ella pone sus propias reglas.

Esta noche hay siete apostadores en la mesa, de pie quedan sus acompañantes. Tan solo comenzar a leer el documento ya se puede percibir la inconformidad de los apostadores, el documento es un acuerdo donde Evanthia específica como pagarán la apuesta los demás apostadores si al final ella resulta ganadora.

—¿Qué significa esto? —Un hombre mayor es el primero en hablar notablemente molesto con la situación—. ¿Qué clase de estupidez es esta?

No creo que le convenga usar ese lenguaje, no cuando todos los hombres en la habitación están armados, incluyéndome, y estoy seguro que la mayoría protege a Evanthia.

—¿Hay algún inconveniente, señor? —pregunta el jefe de mesa acercándose.

Lo que está escrito en el documento es el problema.

Uno de los párrafos enuncia claramente lo siguiente: "Al perder la partida, todo bien material en poder de los involucrados pertenecerá inmediatamente a la señorita Evanthia Esterbrook, incluida su persona. En caso oportuno que la señorita Esterbrook resulte ganadora de la partida, el apostador perdedor quedará a total disposición de la ganadora sin importar las peticiones hechas por la misma o la complejidad".

Perder es volverse un peón en su juego.

—¿Qué es esta idiotez? —El hombre vuelve a quejarse—. ¿Desde cuándo debemos pagar las apuestas con nuestra libertad? Las apuestas se pagan con dinero —Observo a Evanthia que se mantiene serena ante la situación. No hace nada más que observar al hombre mientras continúa hablando—. No pienso ser parte de una apuesta tan estúpida —El jefe de mesa le permite retirarse junto a su acompañante, no sin antes solicitarle firmar un acuerdo de confidencialidad—. Tienen que estar jodidamente locos si creen que firmaré mi silencio ante tal estupidez, solo un idiota cobraría de esta forma.

Las facciones de Evanthia reflejan su molestia.

Solo basta ponerse de pie para que sus hombres apunten directo al señor y a su acompañante. El grupo de personas en la sala se alejan asustados de la mesa, solo dos permanecemos en nuestros lugares.

—Baron Renzol, sesenta y cinco años —Evanthia comienza a hablar—. Magnate y fundador de la cadena farmacéutica más prestigiada en Los Estados Unidos. Lava dinero desde hace más de una década en tres de las empresas con las que invierte con excusas de usar el dinero para actos de caridad —El rostro del hombre demuestra total asombro mientras Evanthia expone toda su información—. Se con exactitud la ubicación de cada residencia a su nombre y a nombre de sus hijos.

—¿Qué busca con decir todo esto?

Las armas siendo despojadas de su seguro es lo primero que se escucha en la habitación cuando Evanthia es interrumpida.

Casino de secretos: La misión decisivaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant