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En tiempos ancestrales, hace milenios, cuando el mundo aún no estaba sumido en la simpleza de tonos blancos y negros que conocemos, existía una época donde los seres humanos eran completos

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En tiempos ancestrales, hace milenios, cuando el mundo aún no estaba sumido en la simpleza de tonos blancos y negros que conocemos, existía una época donde los seres humanos eran completos. En esa era olvidada, cada individuo era una dualidad armoniosa: un cuerpo con dos cabezas, cuatro brazos, cuatro piernas y un solo corazón. En este estado de plenitud, la felicidad fluía constante y la autosuficiencia reinaba, sumergiéndolos en un perpetuo estado de paz.

Sin embargo, esta abundancia de alegría no pasó desapercibida para los dioses, quienes, atemorizados por la idea de que los humanos prescindieran de su divina intervención, tomaron una decisión drástica. Con manos divinas, decidieron dividir a los seres en dos mitades, una separación que demostró ser efímera en su solución.

Ahora, cada entidad se encontraba con una sola cabeza, dos brazos, dos piernas, medio corazón y, lo más crucial, una visión limitada a tonos grises. La sensación de estar incompletos los llevó a buscar fervientemente a sus almas gemelas, uniéndose nuevamente en una danza de conexión que los hacía sentir, una vez más, como uno solo.

Pero la desesperación de los dioses, al ver que los humanos aún encontraban la plenitud, los llevó a separar sus almas por segunda vez. Esta vez, dispersaron sus mitades por todo el mundo, complicando aún más la tarea de encontrar el complemento esencial. Desde entonces, la humanidad se ve condenada a deambular en un mundo descolorido, anhelando el reencuentro con su otra mitad para recobrar la visión de un universo lleno de matiz y significado. O bueno, eso era lo que decía la leyenda.

Mina escuchaba esa historia una y otra vez. Le han contado esa leyenda sus padres, sus tíos, sus profesores, casi todo el mundo. Pensó que al terminar la secundaria ya no la escucharía con tanta frecuencia, pero no contaba con que su hermana pequeña también escucharía la leyenda en clase y, eventualmente le tocaría volver a escucharla.

─ Mina ¿A ti te han hablado sobre la leyenda de las almas gemelas? ─ Preguntó la menor, intrigada. Mina sonrió ante la ironía del destino y asintió.─ ¿No crees que sería genial un mundo lleno de colores? Sea lo que sea eso.

Mina no pudo evitar sentir una punzada de exasperación ante la persistencia del tema. Aunque había escuchado la leyenda incontables veces, nunca había encontrado en ella más que una narrativa fantástica, una historia carente de sentido en su visión pragmática del mundo.

─ No sé, Kazuha ─respondió Mina con un tono de resignación, desviando la mirada hacia el paisaje monocromático que se extendía más allá de la ventana.─ Es solo una historia, ¿sabes? No creo que exista algo así como almas gemelas. El mundo tal como es, con sus blancos y negros, me parece suficiente.

Kazuha frunció el ceño, perpleja ante la falta de entusiasmo de su hermana mayor. Para ella, la leyenda de las almas gemelas era mucho más que un cuento antiguo; era una chispa de esperanza en un mundo que a menudo parecía carecer de magia.

─ Pero imagina, Mina ─insistió Kazuha con un brillo de fascinación en sus ojos juveniles─. ¿No sería maravilloso vivir en un mundo donde cada color tiene su propio significado, donde cada matiz cuenta una historia? Creo que sería algo mágico.

Mina suspiró, comprendiendo la ingenua ilusión de su hermana. A pesar de sus diferencias, la admiraba por su capacidad de encontrar belleza en las cosas más simples, incluso en las leyendas que ella misma descartaba como simples cuentos de hadas.

─ Quizás lo sería, Kazuha ─concedió Mina con una sonrisa indulgente, revolviendo los cabellos oscuros de su hermana─. Pero mientras tanto, prefiero centrarme en lo que puedo ver y sentir aquí y ahora. El mundo en blanco y negro tiene su propio encanto, ¿no crees?

La menor empujó la mano de Mina y, algo frustrada por el hecho de que esta no entendiera su ilusión, se resignó a seguir con sus deberes sin hablar del tema.

─ Además ─ Continuó Mina mientras se dirigía a la cocina para peparar el almerzo, haciendo que Kazuha rodara los ojos ─, no conozco a absolutamente nadie que pueda confirmar esa teoría de que ves colores al encontrar a tu alma gemela. Ni siquiera mamá y papá.

─ Pero puede que no sean almas gemelas, Mina. ─ Respondió Kazuha como si fuera lo más obvio del mundo.

─ Eso dices porque no has visto como se ponen cuando ven una película romántica ─ rió ─. No conozco a personas más enamoradas que esos dos.

─ Estar enamorados no es lo mismo que ser almas gemelas, Mina.

La conversación entre Mina y Kazuha continuó mientras la mayor preparaba el almuerzo y la menor terminaba sus deberes escolares en la mesa del comedor. Mina se quedó pensando en que su hermana a veces podría ser muy inocente y dulce, hasta el punto de ser algo ingenua. Adoraba a esa chica, a pesar de que no viera la aburrida realidad.

Kazuha, por otro lado, persistía en su fascinación por la leyenda, encontrando en ella una esperanza y magia que parecían escapar de la comprensión de Mina.

─ Pero, ¿no te parece que hay algo mágico en la conexión profunda entre dos personas? ─ preguntó Kazuha, mientras intentaba persuadir a su hermana con sus ojos brillantes de admiración.

Mina, mientras revolvía una olla en la cocina, sonrió ante la pureza de la perspectiva de su hermana, pero seguía sin ceder.

─ Kazuha, el amor es maravilloso, pero no necesitas una leyenda para explicarlo. Las personas pueden ser felices y tener conexiones significativas sin depender de mitos ─ explicó Mina, tratando de transmitir su punto de vista con comprensión.

Kazuha suspiró, sintiendo que su hermana mayor no lograba captar la esencia de lo que para ella representaba la leyenda de las almas gemelas.

─ Quizás necesitas encontrar a tu alma gemela para verlo de otra manera ─ sugirió Kazuha, con una sonrisa juguetona.

Mina soltó una risa ligera, sabiendo que su hermana estaba bromeando, pero no pudo evitar seguir con el juego.

─ ¿Y tú? ¿Ya encontraste a tu alma gemela, Kazuha?

La menor hizo una mueca divertida antes de responder.

─ Todavía no... ¡Oh! Pero Haewon dice haberla encontrado y jura que ahora ve el mundo lleno de colores.

─ Zuha... ─ Mina la miró a los ojos por unos segundos con total seriedad.─ Haewon es una mentirosa ¿Acaso te olvidas de la vez que te hizo creer, por más de tres meses, que las salchichas crecen de un árbol llamado "salchichal"?

Ambas rieron, dejando de lado la discusión sobre la leyenda. Mina sabía que, a pesar de sus diferencias de perspectiva, el lazo entre ellas era más fuerte que cualquier mito ancestral. La vida continuó en su rutina en blanco y negro, pero entre las risas y la complicidad que, si bien no eran colores, Mina podía apostar que hacían que su vida sea más especial.

 La vida continuó en su rutina en blanco y negro, pero entre las risas y la complicidad que, si bien no eran colores, Mina podía apostar que hacían que su vida sea más especial

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Estreno 1/2

ᴏɴᴄᴇ ʏᴏᴜ ꜱᴇᴇ ᴛʜᴇᴍ | ᴍɪᴄʜᴀᴇɴɢWhere stories live. Discover now