Capítulo 20: Ya no quiero la experiencia completa

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Abro los ojos poco a poco en cuanto el sol se cuela por la ventana y siento que alguien me está taladrando la cabeza del dolor que tengo. ¿Por qué hay tantas lagunas? Es como si hubiesen borrado con esmero ciertas partes de la noche.

Suspiro cuando miro hacia abajo para comprobar que sigo vestida y con la almohada manchada de máscara de pestañas.

Genial.

Me incorporo de golpe y no sé por qué he hecho eso.

El pinchazo en la cabeza ha hecho que vuelva a tumbarme porque duele. Duele un montón. Busco agua por cualquier parte de mi dormitorio y como no la encuentro, decido salir para bajar a la cocina.

Me da igual las pintas que llevo o que cualquiera pueda verme de esta manera. Ni siquiera recuerdo cómo llegué a la cama, solo que...

Mierda, Vinnie.

Y todo comienza a tomar forma y el nudo de la garganta crece. Había estado a punto de besarlo y él me rechazó. Solo que no termino de recordar sus palabras, solo siento la sensación, el corazón estrujado, eso es.

Bajo poco a poco y ahora me acuerdo de que ni siquiera me despedí del resto de invitados cuando subí a mi habitación. Desciendo escalón a escalón y me agarro a la baranda cuando llego al segundo escalón y cruje, como siempre. Camino un poco por el pasillo hasta que llego al salón y me encuentro a todo el mundo durmiendo allí. Y cuando digo a todo el mundo es a todo el mundo.

Violetta y Amanda se adueñaron de las butacas mientras que Terry está al lado de la chimenea con los pies apoyados en una silla, imagino que para que la circulación funcione, Joe está en la alfombra tumbado con uno de sus brazos rodeando la cintura de Vinnie que duerme sobre un lado en dirección a la televisión.

Estupendo. He sido la primera en despertarme y son las doce de la mañana.

Decido que prefiero seguir viviendo en este silencio y camino descalza hacia la cocina para beberme una botella de agua fría porque tengo la garganta seca y la boca pastosa.

Me subo en la encimera, pero tengo que bajarme cuando recuerdo todo, o al menos una parte de lo que pasó con Vinnie. Así que, camino hacia un taburete para sentarme y seguir tragando agua mientras oculto la cara entre mis brazos.

Me siento ridícula por todo lo que sucedió anoche. Casi beso a Vinnie. A Vinnie. Mi amigo. Solo eso. Mi amigo.

Ahogo un gruñido y quiero reprenderme a mí misma por sentir todo lo que recorre mi cuerpo de arriba abajo.

—Veo que ya estás despierta. —Doy un respingo en cuanto la voz ronca y adormilada de Vinnie se cuela por mis oídos.

—Experiencia completa —dice Terry entrando después.

—Más flojito —les pido—. Creo que me estoy muriendo.

Vinnie abre el frigorífico mientras reprime la sonrisa y Terry se sienta en la encimera mirándome fijamente.

—Ni siquiera te pusiste el pijama —niega la cabeza.

—No sé ni cómo subí las escaleras.

—¿Café? —pregunta Vinnie cerrando la puerta del frigo.

—No des portazos —me llevo dos dedos a la sien.

—Adaline, lo he hecho sutilmente —reprocha él y le da un toque a Terry que reacciona clavando sus ojos en el chico—. ¿Quieres café?

—Sí, por favor.

—¿Y tú, quejica? —se gira hacia mí, que le pongo mala cara.

—No preguntes y échamelo.

Un lienzo de floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora