Capítulo 49: Hermanos ahora más que nunca

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Me bajo una vez que hemos llegado y dejo de sonreír cuando vemos a mi padre apoyado en la baranda del porche. Ayudo a Vinnie a sacar la bicicleta y nos limitamos a ir hacia la puerta de casa sin ni siquiera mirarlo. Ambos estamos en silencio y sabemos que no merece nada de lo que pueda aportarle.

Evito que el cuerpo siga temblándome y calmo las pulsaciones que no dejan de hacer que mi corazón se estruje.

—¿Ni un hola? —dice él.

—Ya te dije el otro día que te fueses —le espeta Vinnie aferrándose al manillar.

—¿Ahora eres fotógrafa, Adaline? —dice mi padre en cuanto me ve con la cámara colgada al cuello.

No respondo, encajo la llave en la cerradura y abro a la vez que Moony sale despavorida hacia la calle. Miro a Vinnie que deja apoyada la bicicleta lo antes posible y corre tras la gata que ya iba a ocultarse debajo del coche.

—Así que era eso el ruido que escuchaba dentro.

—¿Qué le has hecho? —gruño entre dientes cuando veo que Vinnie viene con la gata temblando entre sus brazos.

—Tan solo tocar al timbre —se encoge de hombros.

—¿Y se puede saber cuánto has llamado? —cuestiona Vinnie de malas maneras.

—No ha sido para tanto.

El chico y yo intercambiamos una mirada y cuando voy a entrar mi padre atrapa mi codo, me separo de golpe y lo fulmino con los ojos porque no quiero que me toque. Mi padre comprime la frente y se pierde en sus pensamientos.

—Solo venía a hablar.

—Pues ya puedes irte porque no pienso hablar contigo —le digo.

—No me refiero a ti —proclama muy serio. Frunzo el ceño y se gira hacia mi novio—. Quiero hablar contigo —señala a Vinnie.

Suelta una risa con desdén y se va hacia dentro para dejar a Moony en el suelo.

—Buena suerte —es lo único que dice antes de que entre y le cierre la puerta en las narices.

—Vincent —Vinnie rechina los dientes en cuanto escucha ese nombre—. Es mejor que hablemos ahora, te interesa lo que tengo que decirte.

Ambos estamos pegados al marco de la puerta mientras que mi padre está en el porche.

—Pues lo haré cuando se disculpe con su hija por todo lo ocasionado —dice con sus ojos clavados en mí.

—¿Solo eso?

—Y que nos dejes tranquilos de una vez —añado.

—Hecho.

Vinnie me mira antes de abrir pidiéndome permiso para hacerlo, asiento y gira el pomo para ver a mi padre.

—Adelante —le dice el chico, pero no para que pase, sino para que empiece a hablar.

—Bien —sus ojos me buscan—. Lo siento, Adaline. Siento lo del otro día y lo que has pasado durante todos estos años. —Vinnie se gira hacia mí con una ceja enarcada y ambos sabemos que no lo dice de verdad. Pero llegados a este punto con saber que nos va a dejar tranquilos me conformo.

—Di que volverás a Los Ángeles, que no vendrás nunca más aquí y que me dejarás vivir mi vida.

—Sí —asiente—. Estoy a punto de irme, por eso he venido. Antes quiero hablar con tu novio —lo mira—. Tenemos algo pendiente.

—¿Cómo? —mi cuello gira a toda prisa hacia Vinnie y él parece tan confuso como yo.

No contesta nada y se cruza de brazos.

Un lienzo de floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora