Capítulo 46: Los errores dan pistas

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¿Por mi culpa es infeliz?, ¿me pidió ayuda?, ¿qué carajo soy yo?, ¿un ángel? A duras penas puedo con mi vida y ya alguien quería que le resolviera la suya.

Me cubrí los oídos al escuchar el fuerte pitido que aturde las paredes de mis tímpanos. Levanté mi pie derecho y pateé el espejo que está frente a mí, volví a golpearlo con fuerza y se fue al suelo junto con la fila de vidrios que me tenían encerrada en medio de su círculo.

—¿¡Qué mierda haces!?

Avancé hacia la puerta que anteriormente fue cubierta por los espejos, antes de egresar, recogí del suelo un hacha de madera y salí sin ponerle atención a sus gritos y quejas de malcriada.

Caminé por el pasillo y los “fantasmas” intentaron asustarme, incluso uno acaba de posar su mano en mi hombro. —Saca tus dedos de encima antes que te golpee con el hacha—comenté al posar mi mirada sobre este—, todo mi buen humor se fue a la mierda, así que, esfúmate. Espera—se detuvo—, ¿dónde están los controles? —se quedó en silencio—, ¿no me vas a decir? —levanté el hacha con firmeza.

—En el se-gun-gun-do piso, las escaleras están al final del pasillo—respondió entrecortado.

Me puse en marcha con destino al sitio de controles. —¿Quién se cree que es?, ¿te debo algo?, ¿te jodí la vida? Imagínate que yo casi me quedo como un alma en pena y tú quieres que te resuelva la maldita vida, no tengo poderes, soy una marioneta… —
refunfuñé sin dejar de empuñar con fuerza el mango del hacha.

En cuanto estuve frente a la puerta, la pateé y se abrió de golpe, no hay nadie como supuse. —¿Me dejarás ser feliz? —pregunté a voces—, ¿sabes cuánto tiempo estuve sintiéndome como una mierda?, ¿quién te crees tú para cederme algo? —rezongué y despeiné mi cabello con fastidio al no encontrar ni un solo alma en este sitio de vigilancia.

Observé por las pantallas que dan visibilidad de todo el sitio y vi a una mujer correr por la parte trasera junto a un hombre, ambos van cubiertos de negro, no se les nota ni un pequeño detalle, aunque, él mide más o menos lo mismo que Malik y ella parece ser de mi estatura.

Posé la mirada en la otra cuadrícula y vi a Yarah salir con Miles, ambos fueron atajados por Daehyun, mientras que Malik se dispuso a ingresar luego de asegurarse que el pequeño estuviera con bien. Corrí a toda velocidad fuera de este lugar, ese baboso entra y se va a morir con lo cobarde que es.

Me lo topé en el pasillo principal que justo lo llevaría al área de los hombres lobos. —¡No me mates! —chilló al cubrirse el rostro.

—Creí que era bonita y me estás tratando como uno de esos bichos…

—¿Burbuja?

—Ya no te quiero—dramaticé al andar hacia el área de los hombres lobos.

—Pero, —me atajó—¿qué quieres que imagine cuando apareces con un hacha empuñada? Además, está todo oscuro… si me pareció raro ver a alguien pequeño.

—¿Me estás diciendo enana? —cuestioné.

Estamos siendo alumbrados por luces tenues verdes, me sostuvo de los hombros. —Hoy es uno de esos días en que quieres pelear conmigo, estoy en lo correcto… ¿qué pasó?, ¿estás bien?

La cortina se movió y un hombre lobo se asomó, definitivamente no es mi imaginación haber sentido que las piernas de Malik flaquearon. Levanté el hacha en dirección del sujeto disfrazado. —Vete que estoy hablando con mi novio.

Se acercó y Mal se dejó caer al suelo. —Preciosa, debes cambiar de novio.

—Y tú de disfraz, eso no da miedo.

Los pasillos tienen oídos/Operación: no te enamores de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora