XXII

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Capitulo 22

Tu me complicas.

No estaba en la mejor posición.

Puede que eso sé mal intérprete un poco.

Mi cabeza estaba apoyada en una tapa de un libro. Abrí los ojos lentamente y trate de asimilar donde estaba, luego de unos segundos me di cuenta de que estaba en la torre de astronomía.

Mierda, me había quedado dormida mientras leía.

Despegue la cabeza del libro y me frote los ojos mientras soltaba un bostezo. Ya era bastante tarde, el cielo se estaba tornando de un azul noche y las estrellas aprecian poco a poco.

¿Cuánto tiempo dormí? 

Mi sueño se había vuelto más irregular de lo normal.

Mire un segundo el cielo, era demasiado hermoso. Dos estrellas llamaron mi atención en él, brillaban más que nunca y ambas estaban al lado de la otra.

Cuándo era niña solía subirme al techo de la casa de mis tíos y ver las estrellas con Harry.

Una vez leí que las estrellas se reflejan en el cielo como los seres queridos que ya no están en la tierra. Es por eso que siempre que están contigo, porque las estrellas siempre están en el cielo. 

Solté un suspiro y cerré los ojos mientras sentía el viento frío recorrer mi cuerpo.

La imagen de Fred vino a mi mente. Sus ojos de cachorro hacían que me llene de ternura.

Lo extrañaba. Tal vez no como mi novio, pero sí como mi amigo.

No lo había visto en toda la semana. Me sentía mal por lo que había pasado, yo… No quería herirlo, no quería hacerle daño.

Es solo que… Jamás imaginé que él podría sentir algo más por mí. Creí que me veía como una hermanita pequeña, toda mi vida me había tratado así.

Tal vez no pensé las cosas con claridad antes de llegar a ser algo más con él. Joder, no solo había sido una pésima persona, sino también una pésima amiga.

Tal vez debía hablar con él… ¿Y si había cometido un error?

¡Porque no pienso las malditas cosas antes de hacerlas!

Merlín, mándame una señal.

Abrí los ojos de repente al sentir el ruido de un encendedor prenderse. Gire mi cabeza rápidamente hacia un costado y vi a un chico encapuchado fumando un cigarrillo.

Supe quién era al instante.

—¿Ahora me acosas?—Pregunté mientras lo miraba, no podía ver del todo su rostro por la capucha que tenía puesta.

—Tú sabes que eres la acosadora aquí Lily.—Dijo mientras se acercaba.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así?

—Las que quieras, porque no dejaré de hacerlo.—Se sentó justo en el borde.

Apestaba a alcohol, no me sorprende. 

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now