3. Como agujas

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Violeta se encontraba en su sala de estar, tumbada en el sofá gris en forma de L. La pelirroja se llevó las manos a la cabeza, haciendo pequeños círculos en la sien, masajeando lenta y detenidamente esta parte de su cuerpo. Violeta se incorporó, acercándose a la mesa de café que tenía delante, y cogió el vaso de agua y la pastilla que se encontraban encima de esta.

Después de tomarse la pastilla, esperando que hiciera efecto sobre el dolor con el que llevaba desde que se había levantado, volvió a tumbarse en el sofá. A Violeta le apasionaba su trabajo, pero hoy agradecía que su jefe le hubiera dado vía libre para tomarse el viernes de descanso, lo necesitaba.

«Llevas sin cogerte días desde hace meses. Te lo mereces.» le había dicho su jefe al comienzo de la semana.

Aunque había insistido en que la pelirroja se tomara más días para descansar, Violeta solo aceptó saltarse el último día de su semana. Cuando le contó a Denna, su mejor amiga, que el viernes lo tenía libre, la rubia hizo una planificación de lo que iba a ser su día juntas. Sin contar las noches sueltas de fiesta, llevaban tanto tiempo sin pasar más de una hora juntas que Denna había completado el día desde el desayuno hasta la cena. Violeta se pegaba desde la mañana hasta la tarde trabajando, ya fuera en la oficina o fuera de ella, y muchos fines de semana tenía que cubrir eventos, por lo que casi no tenía tiempo en el día para ver a sus amigos, a excepción de alguna noche de viernes o sábado.

Por ese mismo motivo, Violeta estaba rezando para que la pastilla le hiciera efecto lo más rápido posible. Ya había cancelado el desayuno con Denna y no quería trastocarle más su plan. Sabía que a su amiga no le iba a molestar, al fin y al cabo Violeta se encontraba mal, pero a ella también le hacía ilusión pasar el día con la rubia.

La pelirroja cerró los ojos con fuerza, esperando que se pasara el pinchazo que había llegado inesperadamente, sin resultado alguno. Al final, había quedado con su amiga un poco antes de la hora de la comida para tomar algo, así que miró el reloj y suspiró. Las 11:45h. Violeta cogió su teléfono móvil y abrió el WhatsApp con la intención de escribirle a Denna que seguía igual que antes y que si, en vez de salir fuera, podían pasar la comida a su casa. Antes de poder hacerlo, un sonido le interrumpió.

-Pero cuantos instrumentos toca esta chica. -dijo en voz alta la pelirroja haciendo referencia al sonido del piano que venía del piso de al lado.

No era una música estridente, era una melodía suave y relajante que cualquier otro habría agradecido, pero para Violeta, en ese momento, estaba siendo una tortura. Era como si la pelirroja pudiera escuchar a Chiara pulsar cada tecla, clavándose en su cabeza como si se trataran de finas agujas.

Violeta siguió escribiendo el mensaje a Denna, tratando de sacar de su mente la melodía que se reproducía al otro lado de la pared. Cuando le mandó el mensaje a su amiga con la propuesta, dejó el móvil en el sofá y volvió a cerrar los ojos, esperando la respuesta de Denna.

-No puedo. -dijo Violeta incorporándose rápidamente, lo que hizo que tuviera que parar un momento para recuperarse del pequeño mareo que le había venido al levantarse a esa velocidad.

La granadina se puso sus crocs amarillas y se dirigió a la puerta de la entrada, dispuesta, si hacía falta, a pedirle de rodillas a su vecina que bajara el volumen. Como Chiara ya había empezado a trabajar, y a consecuencia de su diferencia de horarios, no se habían cruzado en toda la semana desde la fiesta que la más pequeña se había montado con sus amigos. Lo último que quería Violeta en ese momento era discutir con su vecina y, aunque sabía que iba a estar complicado por la relación que tenían, esperaba que Chiara entendiera que se lo estaba pidiendo no por molestarla, sino porque lo necesitaba.

Pared con Pared | KiViWhere stories live. Discover now