13. Una invitación inesperada

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Violeta llegó a su salón y se tumbó en el sofá, dejándose caer sobre el mismo. Era viernes y por fin podía descansar. Tras la entrevista con Chiara, y el tonteo de después, la pelirroja no había vuelto a ver a la menorquina, había estado ocupada con unos artículos de última hora y no había pisado casi su casa.

Ese día, tras salir del coche, Violeta subió las escaleras rápidamente dejando a Chiara con las ganas de seguir con su conversación. La morena no había hecho el amago de buscar a su vecina para hablar, o continuar, con lo del martes. Tampoco lo había hecho Violeta, que suficiente tenía con la forma en la que se había comportado, le había entrado la vergüenza nada más pisó su casa, pero la canción que Chiara le había dedicado, hizo que la pelirroja se dejara llevar en ese momento.

Cuando se dispuso a cerrar los ojos, la música sonó al otro lado de la pared, haciendo que Violeta volviera a incorporarse, mirando hacia el frente y negando con la cabeza.

«Parece que hoy tampoco trabaja» pensó Violeta al escuchar la música en el piso de Chiara.

La pelirroja se cuestionó levantarse para llamar a la puerta de la menorquina y pedirle que bajara la música, aunque no le estaba molestando le servía como excusa para verla. Y es que si, contra todo pronóstico y, aunque tuviera cierta vergüenza por su comportamiento del otro día, necesitaba ver a Chiara. Sin embargo, mantuvo su postura y escuchó la música que sonaba al otro lado.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido del timbre, lo que hizo que Violeta se levantara como un resorte y fuera hacia la puerta. La pelirroja abrió, encontrándose con una de las personas que menos se esperaba ver.

-¿Juanjo? -preguntó sorprendida Violeta.

-¿Así recibes a tu amigo? ¿Sin un abrazo ni nada? -contestó el maño.

-Es que... ¿qué haces aquí? -preguntó sin moverse la pelirroja.

-Te venía a proponer una cosa. -dijo Juanjo.

-¿Tan importante es que no me podías mandar un Whatsapp? -cuestionó la granadina.

-No, gilipollas. -comenzó Juanjo.- Es que estaba al lado.

-¿Al lado? ¿Pasabas por aquí? -preguntó Violeta.

-No. Al lado literalmente. -dijo Juanjo haciendo un gesto con la cabeza e indicando la casa de la menorquina.

-¿Y qué hacías tú en casa de Chiara? -continuó preguntando.

-A eso venía coño. Estás invitada a una velada tranquila en casa de la guiri. -dijo Juanjo.- Hoy no trabaja y estamos Ruslana, Martin y yo. Tranquilitos. Invadiendo su casa.

-¿Estás... en casa... de la amiga... del chico que estás conociendo? -preguntó Violeta con una sonrisa.

-No digas lo que estás pensando. -dijo Juanjo mirando a Violeta, que le dedicó una sonrisa.- Violeta. Cállate, está la puerta abierta.

-Me callo. -respondió Violeta.

-Mejor. -dijo Juanjo.- Bueno, tira, que nos vamos de visita a ver a tu querida.

-Cállate, que dices. -dijo la pelirroja.

-¿Tú te piensas que Martin no me iba a contar nada? -contestó el maño.- Lo que me parece fuerte es que no me lo hayas contado tú.

-Ya tendremos esta conversación otro día. -añadió la granadina.

-Más te vale. -dijo Juanjo.- Y como te vuelvas a liar con ella y me entere por otras personas otra vez, te mando de vuelta a Granada.

Violeta negó con la cabeza antes de soltar una risa y volvió al interior de su casa, cogiendo el móvil y las llaves y cerrando la puerta tras ella.

-Que sepas que voy porque no me fío de dejarte solo, a saber que sueltas. -dijo la pelirroja quedándose apoyada en la puerta de su piso.

Pared con Pared | KiViWhere stories live. Discover now