Capítulo 11: Los hombres lobo

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Cuando a la mañana siguiente Christian se asomó por la ventana de la habitación, se encontró con que la niebla había cubierto el paisaje

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Cuando a la mañana siguiente Christian se asomó por la ventana de la habitación, se encontró con que la niebla había cubierto el paisaje. Nathan ya debía haberse despertado, porque Nieve y él estaban solos en la habitación. Así, bajó tranquilamente las escaleras hasta llegar al salón donde los habían acogido el día anterior. Allí, se encontró con Alice y con otro chico. Este estaba muy musculado y tenía el pelo negro y los ojos castaños. Debían de ser pareja, ya que estaban de la mano.

—¿Tú eras Christian, verdad? —preguntó la chica, alegremente—. Este es Tyler.

—Encantado —respondió el chico.

—Igualmente —dijo Christian—. ¿Sabéis dónde están los demás? —las tripas de Christian rugieron—. ¿O dónde puedo conseguir algo de comer?

La pareja se echó a reír y se levantaron del sofá. Guiaron a Christian a una de las puertas que había visto el día anterior, tras la cual descubrió una enorme cocina donde Nathan engullía más comida de la que parecía caber en su interior.

—¿Qué pasa, Chris? —preguntó, con la boca llena.

Christian lo saludó rápidamente y se dispuso a comer a su vez.

—Nosotros vamos a desayunar también —comentó Tyler.

Christian los observó alejarse de la mesa, hacia la nevera. ¿Qué querrían desayunar? Había todo tipo de comidas servidas: desde tostadas hasta bollos, pasando por huevos, queso, fruta y otras muchas cosas. Entonces, la pareja volvió con dos filetes crudos, se sentaron y comenzaron a comérselos.

Christian y Nathan se sorprendieron tanto que pararon momentáneamente de comer. Alice y Tyler se dieron cuenta rápidamente.

—Hombre y mujer lobo —explicó ella, señalándolos a los dos.

—Aah —exclamaron a la vez Christian y Nathan.

Christian no había escuchado demasiado sobre los hombres lobo, pero según tenía entendido, al igual que los vampiros, eran malvados por naturaleza. Se preguntó, al igual que hacía con Dean, qué les habría ocurrido.

Pero Nathan siempre formulaba sus preguntas en voz alta:

—¿Cómo os convertisteis?

Alice y Tyler se miraron, pero entonces entraron Sam y Dean a la cocina.

—No seas indiscreto —le reprendió Dean.

—No pasa nada, Dean —dijo Alice, levantándose de la silla—. Que tú seas tan reservado con tu historia, no quiere decir que el resto lo seamos.

—Bueno, pero contársela mientras les enseñamos un poco la ciudad —dijo Sam, haciéndoles un gesto a todos de que lo siguiesen.

Salieron al frío exterior. Christian se subió el cuello de su cazadora de borrego, mientras envidiaba la inmunidad al frío de Nathan. Como Dean les había explicado el día anterior, había algo más de actividad por la mañana, aunque la niebla impedía ver mucho. Algunos magos pescaban en el río y otros andaban de un lado a otro. Sin embargo, se oía un ruido constante, como un repiqueteo de piedra contra piedra; pero Christian no pudo determinar su procedencia. Además, pronto se olvidó del asunto, ya que Alice tomó la palabra, mientras iba abrazada a Tyler:

Hielo violetaWhere stories live. Discover now