Capítulo 16: Reunión de Líderes

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Christian llegó casi a la hora de la cena al Refugio

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Christian llegó casi a la hora de la cena al Refugio. Traspasó las barreras y comenzó a deslizarse pendiente abajo por la ladera nevada. El frío era helador, de manera que, al respirar, sentía cómo sus pulmones se congelaban. La noche era ya cerrada y no veía con claridad, así que murmuró las palabras de un hechizo que le permitiese ver en la oscuridad. Al instante, se recortaron las figuras de los árboles que lo rodeaban, aunque la visión era en tonos grises.

Estuvo a punto de resbalar, pero al final se mantuvo en pie, gracias a unos reflejos que no esperaba tener en ese momento. Y es que Christian se encontraba muy desconcertado y aturdido. Había mantenido más o menos la compostura delante de Verónica cuando esta le dio la noticia, pero porque quería impresionarla pareciendo seguro de sí mismo y capaz de enfrentarse a cualquier cosa. Pero lo cierto era que estaba aterrorizado.

En el mismo momento en que se había alejado de ella, había sentido el peso de la nueva responsabilidad sobre sus hombros. Había hecho el camino andando, pero esta vez porque necesitaba reflexionar sobre todo lo descubierto aquel día. Si bien era cierto que siempre había sabido que había algo que en el Refugio le ocultaban, jamás habría aspirado, ni en el mejor de sus sueños de gloria, a ser el Líder de la Orden de Hielo Blanco. Si se comparaba con Nathan, le veía más capacitado a él que a sí mismo para tal tarea. Él apenas era un novato en la magia, aún tenía demasiadas cosas por aprender. Y, sin embargo, parecía que ese era su destino. Por muy locura que sonase.

Aún a pesar de ir sumido en sus pensamientos, no pudo evitar fijarse, al tomar el camino de piedras que llevaba a su casa, en que la gente lo observaba. Aunque no había demasiadas personas fuera de las casas del Refugio, los pocos magos valientes de salir al despiadado frío, se agrupaban en corros en el camino y alrededor del Caldero. Parecían mirar alrededor mientras cuchicheaban, y a Christian le recordaron a los viejos del pueblo que cotilleaban en las esquinas de las calles. El caso era que, a medida que Christian pasaba por el lado de los grupos de magos, estos giraban la cabeza y se callaban, pasando a mirarlo entre asustados, admirados y preocupados. Christian se preguntó qué habría pasado, así que intentó afinar el oído mientras rodeaba las grandes llamas que salían del Caldero.

—Dicen que ha estado con ella... —era un mago bajito que, si Christian no se equivocaba, pertenecía a los magos naranjas.

—Yo he oído que los rumores eran ciertos... es él... —comentó una maga de la orden rosa que Christian no identificó.

No le hizo falta mucho más para saber qué era lo que ocurría: de alguna manera, que no alcanzaba a comprender, en el Refugio estaban al tanto de todo lo que había pasado.

Entró en su edificio, mientras notaba las miradas de todos los magos posadas sobre él. Buscó en vano a alguien que le pudiese dar una explicación, pero por mucho que lo intentase, todos los líderes y Nathan parecían haber desaparecido.

Se encontró con Nieve en su habitación, la cual lo miró con cara de hambre: no debía haber tenido mucha suerte en la caza. Así que bajaron a servirse algo de comida. Con la loba, Christian se sentía un poco mejor, al menos ella no lo miraba con cara extraña.

Hielo violetaWhere stories live. Discover now