4: de mal humor.

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Cuando Hob Gadling regresa a su apartamento luego de cerrar el bar, enciende las luces de camino a su sala de estar, asustandose cuando ve una figura oscura sentada en el piso, recostada de su sofá.

-Morfeo. -dice en un suspiro cuando reconoce a su eterno novio. -¿Qué haces allí? -Hob se acerca, colocando su maletín sobre el sofá.

Morfeo hace una mala cara, frunciendo el ceño y sus labios. Es adorable como un ser que se presentaba como el más poderoso e intocable, a veces actuaba tan infantil.

-Discutí con Lucien. -con las rodillas contra su pecho, Morfeo abraza sus piernas.

Por supuesto. Piensa Hob. Sólo un regaño de ella podía hacer actuar al gran Dios de los Sueños como un niño pequeño. Gadling disfrutaba ser el único que, luego de eso, pudiera ver a Morfeo en esos momentos infantiles o vulnerables donde le podía consolar.

-¿Quieres hablar de eso?

-No.

-¿Quieres un abrazo?

-No me trates como a un niño, Hob Gadling. -Morfeo le da una mirada ofendida que no dura mucho, desviando la vista al frente. -Pero podría aceptar tu oferta.

Sonriendo, aguantandose una risa, Hob se acerca -Haz espacio para mi. -mueve a Morfeo para que se deslice hacia adelante.

Gadling se sienta detrás de Morfeo, rodeándolo con sus piernas y brazos, colocando sus manos sobre las rodillas del eterno. -¿Te sientes menos molesto ahora?

A Sueño le molesta aceptarlo, pero recostadose contra el pecho de Hob, rodeado por él, sólo puede decir que si.

-Eso es bueno. -el hombre de más de seiscientos años besa el cabello desordenado de un dios malcriado.

-Es que... -Y sintiéndose así de querido, Morfeo comienza a hablar sobre lo que sucedió.

O.S 🌸 [Dreamling]Where stories live. Discover now