CAPÍTULO 4

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En aquella gélida mañana, el silencio reinó sin interrupción; ninguna llamada perturbó la puerta. Los regioneros nos transmitieron una orden tajante: "Permaneced en vuestras habitaciones hasta recibir instrucciones de un guardia para salir".

Nolan se encontraba con los brazos cruzados frente a la ventana, su rostro era un enigma, carente de cualquier expresión, la personificación de la impasibilidad.

Me levanté de un salto desde la estrecha cama y me posicioné a su lado, compartiendo el silencio y la vista. Ante nosotros se extendía el mar, vasto, indómito, un misterio en sí mismo. Reposaba tranquilo, marcado solo por suaves ondulaciones que creaban una delicada espuma. Una densa cortina de niebla lo envolvía, avanzando paulatinamente hacia el puerto lacustre, como presagio del inminente cambio. La inquietante presencia de aquellos demonios ya dejaba su huella en nuestras tierras.

—¿Cuando tienen pensado abrir la puerta?— pregunté de forma retórica.

—Tú no deberías estar aquí, esto tiene que ser un error— la voz de Nolan salió disparada por su boca.
Su mirada seguía fija en la ventana.

—No creo que debas pagar tu enfado conmigo, yo no he elegido estar aquí— Él sabía perfectamente que no había sido mi elección voluntaria.

Ambos éramos conscientes de que había un misterio oculto detrás de mi peculiar selección para unirme a los reclutados. Ninguno de nosotros lograba entender por completo el motivo que permitía que yo, no siendo la primogénita, subiera a bordo del barco.

—Lo sé, Eda— dijo con suavidad, sus ojos fijos en los míos.— Sé que no tienes culpa alguna. Si no fueras mi hermana menor, ocuparías mi lugar. Te has entrenado de manera excepcional, sabes cómo pelear, cómo blandir una espada y, sobre todo, posees una mente extraordinaria. Pero ambos somos conscientes de que lo que hay allá afuera nos supera con creces, Eda. Estoy orgulloso de la persona en la que te has convertido— dijo con una sonrisa, aunque enseguida añadió. — Bueno, en la que yo te he convertido.—Mi ceja se levantó con una sonrisa pícara.

—¿De veras? No sabía que tenías ese superpoder de influencia sobre las personas. La próxima vez que papá y yo discutamos, te llamaré para que nos des unas lecciones—Mis palabras llevaban un toque de diversión mientras intentaba suavizar la tensión que se cernía sobre nosotros.

Nolan sonrió ligeramente y asintió. —Tienes razón. No soy un maestro del universo, pero siempre te he visto como alguien fuerte y capaz. Sé que juntos podremos enfrentarnos a lo que sea que nos espere en ese infierno.

Mis pensamientos se desviaron hacia el misterioso encuentro que tuve con ese guerrero y su dragón. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras reflexionaba sobre lo que realmente nos esperaba en escasa tierras . Sabía que tenía información crucial, pero el peso de ese conocimiento se tornaba abrumador.

Un golpe en la puerta nos tomó por sorpresa.
—Reclutados, el barco ha atracado en el puerto y les espera. Les ruego que abandonen su habitación y me acompañen hasta su destino.—El guardia del parlamento se dirigió a nosotros por detrás de la puerta.

Había llegado el momento.

Nolan y yo avanzamos por los pasillos del parlamento con una mezcla de aprehensión y resignación, siguiendo al guardia. El entorno estaba envuelto en un manto de misterio y solemnidad. Las altas paredes de piedra estaban adornadas con tapices antiguos que contaban la historia de nuestra tierra y pinturas de gobernantes pasados, sus rostros serios y vigilantes.
Cada paso que dábamos resonaba en el suelo de mármol, y el eco se perdía en la distancia. El silencio dominante, interrumpido solo por los murmullos lejanos de otros pasillos, creaba una atmósfera tensa. Mientras avanzábamos, observamos a los guardias del parlamento patrullando con sus brillantes armaduras que reflejaban la luz de las antorchas. El ambiente en el parlamento solo intensificaba la pesadez de nuestra carga.

Imperio de Fuego AzulWhere stories live. Discover now