CAPÍTULO 10

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Sangre inmortal correría por mis venas... ¡Esto era una epifanía en toda regla!

Durante toda mi existencia, creí que la magia era algo con lo que uno nacía, una especie de marca de nacimiento para los inmortales. Pensaba que ser un demonio, ser un maldito, poseer la fuerza de diez hombres o incluso ser inherentemente malvado, eran características que se llevaban en la sangre desde el principio.
Este desconcierto explicaba por qué no todos los habitantes de Pramvera poseían sangre inmortal; la magia, entonces, no era un don universal sino un vínculo excepcional, una elección.

La pregunta que persistía, martilleando en lo más profundo de mi ser, era por qué habíamos sido seleccionados para unir nuestras vidas a estas criaturas, seres de un poder tal que podían otorgar la inmortalidad.
"¿Qué nos hacía especiales o dignos?"
"¿Era esto una maldición?"
Sentí que mi mundo se derrumbaba al subirme aquel barco, el miedo me consumía durante todo el viaje, pero la emoción que experimentaba ahora era indescriptible.

—Esto es una autentica locura —murmuro Calen, llevándose las manos a la cabeza.

—Pero ellos no son jinetes, no son inmortales—, dijo Nolan, girando en su silla para observar mejor al ejército. La idea de que esos diez mil hombres pudieran estar acompañados de criaturas feéricas parecía descabellada.

—No, son completamente mortales. Los únicos inmortales, capaces de albergar todo tipo de poderes en sus venas, son los jinetes, ya que la vinculación lo hace posible —,explicó la capitana Misso, que permanecía de pie, enfocando su atención únicamente en nosotros.

—¿Y qué hay del dragón? ¿Qué poderes de vinculación tiene?—consulté, manteniendo mi mirada fija en sus ojos, aunque en esta ilusión óptica el dragón parecía mucho más pequeño de lo que era en realidad.

—El emperador prefiere mantener ese detalle en reserva.—Con un simple chasquido de dedos, la capitana hizo que la ilusión se desvaneciera, devolviéndonos instantáneamente a la sala. La realidad era que nunca habíamos abandonado ese lugar.

Como era de esperarse, el emperador prefería mantener en secreto los detalles sobre su vinculación. No obstante, yo había logrado descubrir que uno de los poderes concedidos por la vinculación con el dragón era precisamente la habilidad de leer pensamientos.

—¿La inmortalidad significa que nunca envejeceremos? capitana Misso — preguntó Calen, buscando claridad.

—Al menos hay algo positivo en todo esto.—suspiró Eleandra, echando su cabeza hacia atrás.

—Calen, envejecer es una causa de muerte.—respondió Liral, examinando sus uñas con una indiferencia que rozaba lo aburrido.

—Creo que voy a desmayarme —, se quejó Calen, abanicándose frenéticamente con la mano. —Este uniforme es como una prisión.

—Aquí tenéis el horario de esta semana, que incluye no solo vuestras clases sino también las fiestas organizadas. No todo aquí es sufrimiento.—anunció, distribuyendo el horario a cada uno de nosotros.

—¿Cómo que historia? Hace ocho años que no abro un libro.—contestó Adriel, mirando con cierto escepticismo la hoja que la capitana había repartido entre nosotros.

—Esto no es una escuela donde se hacen exámenes. Esta formación requiere de sabiduría. Vosotros no habéis vivido aquí y no sabéis nada de Pramvera, es importante que conozcáis su geografía. De esta manera, cuando podáis montar a vuestra criatura, evitaréis acabar en un hoyo.

—Aquí dice que hoy tenemos un evento —comenté sorprendida mirando el horario. —Sé que Camille mencionó que habría fiestas, pero no imaginé que sería esta misma noche.

Imperio de Fuego AzulWhere stories live. Discover now