CAPÍTULO 12 EDA

2.1K 157 31
                                    


Resurgir.
Esa esfera de fuego azul, que irrumpía sin previo aviso y me incitaba a seguirla, o que se materializaba en momentos inesperados. ¿Acaso representaba a una criatura viva? ¿Cómo era posible que una manifestación tan etérea, una mera concentración de luz y energía, encerrase en su interior la esencia de un ser vivo?
Me giré; el fuego fatuo había desaparecido.
Mis ojos recorrieron toda la biblioteca en busca de algún rastro, pero no encontré nada.

—Volverá a aparecer, — dijo el emperador, casi a centímetros de mí. Di un paso hacia atrás, aumentando la distancia entre nosotros. —Siempre lo hace.

Las dudas inundaban mi mente, intensificando mi desconcierto.
A medida que el efecto del vino se disipaba, la claridad retornaba gradualmente, arrastrándome de vuelta a una lucidez que no había sentido en un buen rato.

—¿Donde están las demás criaturas?

—Con sus jinetes.— inclinó la cabeza, como si le gustara que hiciera tantas preguntas.

—No he visto a ningún jinete en el palacio, ¿Por qué no están aquí?

—Sí los has visto; tanto el comandante Kaiden como la capitana son jinetes.

—¿Se encuentran en las cordilleras los demás jinetes?—recordé lo que mencionó la capitana sobre que al finalizar esta formación, nos asignarían a una de las tres.

—Bien, veo que has prestado atención en tu primera lección. Eso merece un reconocimiento—dijo con una sonrisa burlona.

Su actitud me resultaba desagradable.

—No necesito tu reconocimiento.

—Aún así, te lo doy por ser una alumna aplicada —ladró, con un tono que rayaba en la provocación. Capullo.

No iba a permitir que esta conversación se desviara de lo importante; necesitaba saber más.
—Entonces, ¿No todas las criaturas feéricas nacen de sus madres?—pregunté en voz alta, más para mí misma que para él.

—Según tengo entendido, solo el fénix y el dragón nacen de los fuegos fatuos.
El dragón y el fénix... su dragón también surgió de un fuego fatuo.

Quizás esa esfera de fuego también lo atormentó a él, apareciéndose en cualquier lugar y en cualquier momento. Pero, ¿cómo sabía que el fénix también nace de un fuego fatuo?
Tal vez haya visto esto antes.

—Exacto— contestó a mi pensamiento—Long nació, por así decirlo, de un fuego fatuo. Pero la esfera de fuego que lo trajo no era azul, sino negra. Un día, después de aparecer durante semanas el fuego simplemente desapareció, dejando atrás un huevo, un huevo de dragón.
Tal vez ese fuego no era más que un medio de transporte para traerlo hasta mí. La verdad es que nunca he llegado a comprenderlo del todo.— su tono de voz se volvió oscuro.
Su fuego fatuo era negro... ¿Cómo sabía entonces que mi fuego azul correspondía a un ave fénix?

—¿Has visto algún fénix? ¿Hay algún fénix aquí?— insistí saber. Esta vez dando un paso hacia adelante. Acercándome a él.

Aunque la biblioteca estuviera sumida en la oscuridad, podía ver el resplandor verde de sus ojos, como si en la penumbra brillaran con más intensidad.

—No, no hay ningún fénix aquí, y nunca he visto uno. —respondió con voz seca.

—¿Y cómo sabes que su poder de vinculación es desaparecer y resurgir si nunca has visto un fénix?¿Cómo sabes todo eso?

Comencé a dudar si realmente los efectos del vino se habían disipado de mi sistema; hacer tantas preguntas no era habitual en mí.
Su mirada se desvió de mí hacia la enorme biblioteca a mis espaldas. Con un movimiento deliberado, extendió su brazo hacia ella, un gesto que claramente indicaba que todo su conocimiento provenía de ese lugar.
—Libros.— se limitó a decir.

Imperio de Fuego AzulWhere stories live. Discover now