Capítulo 3 - La N al rescate

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Le tenía manía.

Manía, tirria, aversión, ojeriza. Se le ocurrían mil formas de llamar a ese sentimiento que le mordía las entrañas cada vez que el tío abría la boca. Vamos que le había cogido asco al chaval.

Él mismo sabía que no era ni justo ni razonable, pero es que no podía ni verlo. De hecho, le estaba costando horrores fingir que todo estaba bien cuando por dentro quería gritarle que volviera por donde había venido. Todos eran felices mientras él no estaba, ¿por qué volvía? Y, además, con todo el paripé del piso y su negativa a quedarse de vuelta con su habitación ante el ofrecimiento de Juanjo, Martin había alcanzado un nivel de santidad nunca antes visto. Como si al renunciar al cuarto hubiera enmendado todos sus errores y su santidad, el mismísimo Papa Francisco I, lo hubiera beatificado.

Ruslana lo miraba con una adoración que una hora antes no era tan apreciable. En Álvaro no era tan evidente, pero podía notar que el "buen corazón" de Martin lo había derretido completamente.

Pero a Juanjo ese chaval no lo engañaba. Ni era tan bueno ni tenía tan buen corazón. Obviamente él hizo lo que cualquier humano decente haría en su lugar. Si una persona regresa a una casa con todos los cuartos completos y sin avisar de que vuelve, lo normal es que quien busque otro cuarto sea el último en llegar, ¿no? ¿Tan heroica era la reacción?

–Mi amor, te lleva sonando el teléfono como 5 minutos–dijo Ruslana, asomando la cabeza por la ventana que comunicaba el salón y la terraza–Lo llevas en el pantalón, ¿no me digas que ni lo escuchas ni lo sientes?–y con una carcajada, volvió a sentarse junto a Martin en el sofá, quien la estaba ayudando a hacer la lista de la compra.

Desde el pequeño tira y afloja por la habitación, Juanjo había decidido que necesitaba tomar el aire. Prediciendo que ni Álvaro ni Ruslana se tomarían bien que se marchara como si nada justo cuando llegaba el amigo del que tanto le habían hablado, decidió que la terraza de 1 metro cuadrado de su piso era el lugar idóneo para tomar algo de distancia. Además, que la situación le estaba angustiando, Ruslana no le dejaba fumar en casa y él necesitaba un cigarro.

Pero se había quedado ahí, apoyado en la barandilla mirando la bulliciosa calle que tenía a sus pies, dando caladas desganadas y con la mente haciéndole remolinos de tanto pensar en el mismo tema. Así que no se sorprendió de no haberse dado cuenta que no había escuchado ni una de las 7 llamadas perdidas que le había hecho Nai en los últimos minutos.

Ni siquiera le dio tiempo a pulsar sobre el nombre de su amiga en la pantalla para devolver le llamada cuando el teléfono volvió a sonar en su mano. Le dio una última calada al cigarro y contestó mientras lo apagaba en el cenicero.

–¿Qué tanto me buscas, maña?

–¡Me cago en todo Juan José Bona!–bramó la chica al otro lado de la línea. Juanjo retuvo una carcajada–Estaba a punto de mandar a los "geos" a buscarte y ni tengo tu dirección, ¿qué haces un jueves por la mañana que no me contestas?

Se escuchó un suspiro en la línea:–Si yo te contara...–el tono de Juanjo cambio cuando cayó en ma cuenta de que se le había pasado completamente el hecho de que debía comunicarle a Naiara que tenían que ser compañeros forzosos de habitación de hotel durante unos días–De hecho, te lo voy a tener que contar... Pero antes te voy a pedir un favor de mejor amigo de la infancia que te apoya en todos tus proyecto y te ama más que a sí mismo.

–No me regales tanto los odios y suéltalo anda, pide por esa boquita. Sabes que, menos dinero, yo a ti te lo doy todo–Juanjo la escucho reír y sonrió de vuelta.

Tres días antes de habían despedido pensando que no se verían en meses y unas horas después, cuando Juanjo ya estaba montado en el bus camino a Madrid, Naiara lo llamó dando gritos como una loca, contándole que el productor con el que llevaba tiempo tratando de trabajar le había hecho hueco en su agenda y esa misma noche estaría en Madrid. Así que no llevarían ni 48 separados, pero aún así se echaban de menos.

¿Quién es ese Juanjo? Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt