Capítulo 5 - En el que todo sale bien

1.8K 112 14
                                    

–Mi amiga la menos choni.

–¿Peyorativa o descriptivamente? Piénsate bien la respuesta que con estas plataformas te puedo chafar la cabeza–Naiara habló con los brazos en jarra -las manos colocadas en su cadera- y una de sus cejas elevada.

–Apreciativamente. El chonismo está de moda y tú lo haces mejor que nadie. Estás impresionante, maña.

La chica estiró del brazo de su amigo para acercarlo a ella y abrazarlo. Con su pequeña altura, estaba más que acostumbrada a llevar tacones y plataformas, pero aquellos zapatos le estaban matando los pies y aún no había comenzado a andar. Tenía que reservar todos los pasos posibles para no parecer un pato delante de Paul Thin.

–¿Estás ya, nena?–Salma abrió la puerta del baño en el que Naiara y Juanjo se habían encerrado y habían hecho como si este fuera un vestidor–Han llamado de recepción. Tienes el coche esperando abajo.

–¿Perdona? ¿Te han mandado un coche? ¡Qué nivel!

–Anda maño, calla y déjame que enhebre que no puedo andar con esto y estoy de los nervios–la chica enganchó su brazo al de su paisano, recargando todo el peso que le fue posible en el cuerpo de Juanjo.

Juntos, salieron de la habitación y bajaron hasta el vestíbulo. Naiara se convenció a sí misma de que podría caminar sola desde el ascensor hasta el coche, pero Juanjo no la dejó que soltara su agarre. Ella continuó recargándose en su amigo, pero caminaba con mucha más seguridad, apoyando más peso en sus incómodos unas plataformas.

–Quítatelos mientras que llegas. Mucha mierda amiga, eres la mejor–añadió Juanjo cuando la maña ya estaba sentada en el coche enviado por la productora con la que tenía la entrevista en unos minutos. Esta le plantó un beso en la mejilla, dejándola húmeda y manchada por el gloss rojizo que llevaba puesto. El chico le devolvió el cariño dejando un besito en su frente antes de cerrar la puerta del coche y observar cómo se perdía entre el tráfico de Madrid.

Eran casi las 7 de la tarde y el sol aún pegaba con fuerza. De no hacer 38 grados a la sombra, Juanjo habría decidido ir a dar un paseo y comprar algo de cena, pero ya estaba sudado sin moverse de la puerta del hotel, prefería volverse a la habitación y poner el aire acondicionado.

Así lo hizo. Conforme entró a la habitación, se lanzó a la cama boca arriba y disfrutó por unos segundo del fresco residual que allí quedaba después de haber tenido el aire encendido mientras Naiara se cambiaba una y otra vez de ropa. En un momento, Juanjo giró la cabeza para descubrir a Salma sentada en ella terraza de la habitación fumando. Ella pareció sentir la mirada del chico, pues también giró la cabeza y acabaron mirándose fijamente.

–Anda vente pa'ca que te invito a un cigarro–dijo la malagueña después de soltar el humo de su calada. El chico se levantó de un salto un acudió a la llamada de la hermana de su amiga.

El calor era bastante sofocante ahí fuera, pero gracias a la altura, alguna ráfaga de aire intermitente les aliviaba algo del calor. Juanjo se sentó frente a Salma tras coger el cigarro que está le ofrecía. La chica se acercó a él para encendérselo y luego adoptó la postura recostada que tenía. Quién les iba a decir a ambos que estarían un jueves de septiembre fumando en uno de los hoteles más caros de la capital. Qué extraña la vida a veces.

–¿Crees que le irá bien?–soltó Juanjo de pronto.

–Es una estrella y las estrellas siempre encuentran la forma de brillar. Si no es con esta oportunidad, será con otra.

–No me acordaba de lo filosófica que eres–el maño sonrió antes de dar una calada.

–La última vez que te vi tenías 17 años Juanjo, doy gracias de que te acuerdes de mí.

¿Quién es ese Juanjo? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora