CAPÍTULO 9

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Estaba anocheciendo, el viento se sentía helado, como todas las noches de noviembre, las ramas de los árboles con escasas hojas se mecían por las ráfagas haciendo ruiditos como si estuvieran tiritando de frío. Ella llevaba un abrigo y botas altas para mitigar la tempestad, se preguntaba cómo es que él estaba tan primaveral con esa chaqueta liviana en medio de este clima tan gélido.

Él le regaló una sonrisa, hubiera esperado cualquier muestra de gratitud, pero ¿Una cena?

–¿Cenar contigo? —sonrió de lado.

–Sí, para agradecerte lo que acabas de hacer —dijo nerviosa.

–¿Importa mucho la vestimenta? — se señaló— No quisiera avergonzarte con esta apariencia tan poco formal.

–Para nada —respondió alegremente— Conozco un restaurante donde no necesitas ir de etiqueta para que te traten bien.

Massimo camino un par de pasos hacia Isabella poniéndola un tanto nerviosa haciendo que sus mejillas cambiarán de color.

–Siendo así, me encantaría cenar contigo —dijo casi en un susurro.

Ella miró esos ojos negros y profundos que la observaban, haciéndola sentir como una presa delante de una fiera.
Y es curioso que en realidad así fuera, Isabella aún seguía siendo un objetivo en la vida de Massimo, pero aunque él bien pudo matarla en ese momento aprovechándose de la soledad del sitio, no lo hizo, ¿Por qué?

–El restaurante está aquí cerca, podemos ir caminando si no te molesta —mencionó Isabella.

–Para nada, vine corriendo hasta aquí, así que no hay inconveniente —aclaró Massimo— Te sigo.

Ambos salieron del parque caminando, teniendo unos largos minutos de silencio incómodo, que al final él rompió.

–Entonces —espetó Massimo— ¿Ese era tu novio?

–En realidad exnovio —contestó ella— Hace días que terminamos.

–¡Oh!. Pues que bueno, no se ve que sea un caballero.

–Antes lo era, pero creo que todo comenzó cuando mi abuela enfermó y ya no tuve el mismo tiempo disponible para la relación, así que supongo que se aburrió.

Llegaron al lugar, una puerta amplia, alta de roble y molduras de herrería, con un letrero por encima del marco que llevaba el nombre de: "Ristorante Angelo"
Era un lindo restaurante, ambientado al estilo italiano rústico, con toques propios, mobiliario de madera delgada, manteles blancos, candelabros y luces suaves, olor a albahaca y queso, había unas cuantas mesas a la entrada y al fondo una escalera que conducía a la hermosa terraza que daba una esplendorosa vista a la ciudad.

Al entrar los recibió Lorenzo, uno de los mozos del sitio.

–Signorina Isabella, benvenuta* —saludo alegremente Lorenzo.

–Grazie, Lorenzo, buonasera, il tavolo sette è disponibile?* —preguntó Isabella.

–Se disponibile. Seguimi per piacere*

Ambos siguieron los pasos del mozo hasta el segundo piso, una mesa cobijada por dos muros a los costados, pero que aún dejaban ver el hermoso panorama de la ciudad.
Lorenzo acercó tres calefactores a la mesa para amortiguar un poco la frialdad del ambiente.
No hubo necesidad de entregar menú, Isabella se sabía de memoria la carta.

–Signorina, gradisce un apéritif... o preferisce ordinare subito?** —preguntó Lorenzo.

–¿Te parece bien si lo decido yo? —cuestionó Isabella a Massimo, quien en respuesta solo asintió con una sonrisa.

–Bien —sonrió de regreso y se dirigió de nuevo al mozo— Carpaccio per iniziare e tortellini come piatto forte, per favore.**

–Subito, signorina.**

–¿Me permites ordenar la bebida? —solicitó Massimo a Isabella.

–Claro, lo que gustes —ella sonrió.

–Mi sembra che un cabernet sauvignon vada prefetto con questi piatti. Due bicchieri, per favore.** —ordenó Massimo.

–Puedes traer la botella, Lorenzo, per favore —solicitó Isabella.

–Va bene** —respondió el mesero retirándose para dejarlos solos.

–Hablas italiano y este lugar es tuyo —dijo Massimo con sorpresa.

–Tu igual lo hablas, lo otro es un pequeño secreto —ella sonrió y guiño el ojo.

–Bueno, no sería Modenés*** de no ser así —sonrió y preguntó— ¿Tú por qué lo hablas?

Isabella bajó un poco la mirada y con un tono melancólico.

–Mi Nona lo hablaba todo el tiempo, como ya te había contado mis padres y ella eran Modeneses.

–¿Qué fue de tus padres? —Massimo, a pesar de saber la respuesta, tenía curiosidad por lo que ella podría saber.

–Nunca los conocí, murieron en un accidente de auto cuando yo era niña y después de eso mis abuelos dejaron Módena para abrir este restaurante.

<<Es claro, ella no sabe nada de sus orígenes>> —pensó Massimo— <<Sería fácil matarla, necesito quitarle el dije de protección, si no no podré acercarme a ella>>

–¿Y tus nonni****? —preguntó Massimo.

–Mi Nonno murió hace años por un infarto y mi Nonna murió hace poco más de un año —respondió Isabella, afligida.

–Sé cómo te sientes, yo perdí a mi madre hace años, es algo que nunca se olvida.

El vino y el aperitivo llegaron. Lorenzo sirvió dos copas y se retiró.

–Pasemos a cosas más alegres —exclamó Massimo levantando su copa— Brindo por una espléndida noche, pero sobre todo por la fantástica coincidencia de haber rescatado a esta bella damisela en apuros que ahora me acompaña en esta velada.

Isabella sonrió y chocaron sus copas para después beber de ellas.

–Tengo una duda, señorita Espósito. Si usted es dueña de esto, ¿Por qué trabaja en un lugar que odia?

Ella sonrió y siguió con el juego de roles.

–Verá señor Santino —soltó una risita— Cuando mi Nonna enfermó tuve la necesidad de hipotecar mi casa y este establecimiento, al morir ella yo me quedé con deudas enormes que no podía pagar y que el sueldo de Zoar me ha ayudado a solventar.

–Eso explica muchas cosas. ¿Entonces, no tienes más familia? ¿Nadie más que te ayude?

–No. Mi madre era huérfana y mi padre era hijo único, la única familia que me queda son mis amigos.

–Desde ahora puedes contar conmigo, si lo necesitas —se inclinó para tomar la mano de Isabella.

–Grazie Signore Santino —agradeció y correspondió al roce de su mano.

Terminaron su comida, hablaron sobre Módena, el restaurante y la hermosa vista de la que disfrutaban.
Al culminar la cena Isabella se quedó en el lugar para ayudar con el cierre y Massimo regresó caminando a su casa para encontrarse con una visita inesperada.

–Buenas noches, mi señor —dijo desde las penumbras del interior del departamento.

–¿Tú qué haces aquí? —preguntó Massimo bruscamente mientras encendía la luz.







∆ *Señorita Isabella, bienvenida.
∆ *Gracias, Lorenzo, buenas noches, ¿la mesa siete está disponible?
∆ *Sí, está disponible. Sígame por favor.

∆ **Señorita, ¿quiere un aperitivo o prefiere ordenar ahora?
∆ **Carpaccio para iniciar y tortellini como plato fuerte, por favor.
∆ **Enseguida, señorita.
∆ **Me parece que un cabernet sauvignon irá perfecto con estos platillos. Dos copas, por favor.
∆ ** Está bien.

∆ *** Gentilicio de las personas oriundas de Módena, Italia.
∆ **** Nonni (abuelos), Nonna (abuela), Nonno (abuelo)

Cielo en llamas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora