CAPÍTULO 27

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–¿Estás bien? —preguntó Alessia qué ve a su amiga caminar directamente a la oficina de Massimo sin detenerse.

–¡No! —respondió Isabella a secas, abriendo la puerta de golpe.

Massimo levanta la mirada e Isabella azota la puerta al entrar.

–¡¿Qué te pasa?!  —dice Massimo alzando un poco la voz.

–¡Es lo mismo que me pregunto yo!,  ¡¿Qué demonios te pasa a ti?! ¡¿Ahora vas a ir por la vida armando escenas de celos sin fundamento?!.

–¡No sabes de lo que es capaz, no lo conoces!

–¡Tampoco te conozco a ti!

Massimo se sorprendió con esa respuesta

–¿De dónde mierdas salió eso?

Isabella hizo ese comentario sin pensar, evadió la mirada de Massimo y se quedó callada por un momento.

–¿Qué fue lo que te dijo? ¿Ahora vas a dudar de mí? —cuestiono Massimo — No sé qué fue lo que escuchaste, pero sea lo que sea no es verdad.

–No necesito que nadie venga y me meta ideas —respondió Isabella a la defensiva— Es la verdad, conozco muy poco de ti.

–¿Ahora vas a creerle a él?

–Ya te dije que no necesito…

–¡Sé lo manipulador y lo despiadado que ese desgraciado puede ser! —interrumpió Massimo.

–Muy bien, tú lo conoces más que yo, entonces dime, ¿Qué fue lo que hizo?, Cuál es tu historia con él como para que reacciones así.

–No puedo decirte —dio la media vuelta— No ahora.

–Bien, entonces esto apunta más a qué es solo una escena de celos.

–¡Qué no, carajo! ¡Solo aléjate de él, es una orden! —grito Massimo mirándola con rabia.

Isabella lo miró incrédula y molesta.

–Perdona no quise decir eso solo…

–Pero lo dijiste —interrumpió Isabella.

–Isa, yo… —Massimo se acerca a ella intentando tocarla.

–No —Isabella retrocede un paso

–Isa, entiende, no lo conoces, no sabes quién es.

–Y tampoco en estos momentos sé quién eres tú, hablamos después.

Isabella dio la media vuelta y salió de la oficina, algo molesta pero sobre todo decepcionada.

Se abre la puerta de golpe y él está sentado pacíficamente en su escritorio cómo si supiera exactamente qué Massimo entraría en ese momento.

–¿Tú qué haces aquí? —preguntó Massimo de golpe.

–Claro, puedes entrar Rafael —dijo Demian sarcásticamente.

–¡No me llames así! —exigió Massimo con furia.

–Oh, sí, claro, disculpa, Massimo.

–¡Aléjate de ella!.

–Sabes, siempre pensé que la matarías, es tan fácil deshacerse de ella, si lo hubieras hecho podrías regresar. Pero ahora que la tuve cerca, sé exactamente por qué no lo hiciste y optaste por hacerla tu mujer.

–¿Qué quieres con ella?

–¿Hablas de ahora mismo o antes de llegar aquí y conocerla? Porque si me hubieras preguntado lo mismo hace un par de días te hubiera dicho que matarla, deshacerme de ella como todos los demás nefilim para que tú no pudieras volver.

Cielo en llamas Où les histoires vivent. Découvrez maintenant