VII

2 0 0
                                    

—Tengo miedo de que no vengan. —confesó la niña.

—Si no aparecen tendrán sus razones, Sofi. No preocupes por eso. —trató de tranquilizarla su hermano mayor.

El día de la presentación había llegado, Sofía estaba vestida con su conjunto rosa de ballet y un tutu del mismo color decorado con sutil pedrería, se veía como toda una profesional con el cabello amarrado en un moño alto. El espectáculo la había tenido nerviosa toda la semana, en lugar de tener conversaciones con Elías le había estado mostrando sus pasos cada que podía y luego le pedía su opinión.

—Lo haces increíble. —le había halagado el niño luego de que ella le mostrará como hacía la vuelta triple.

—No, porque cuando doy las vueltas me voy muy a la izquierda y debo mantenerme en el centro. —la niña volvió a hacer la pirueta para demostrar su punto. — ¿Ves?

—Lo siento, no soy experto y no veo errores, la verdad. —esta vez la niña sonrió cansada y se sentó para tomar un poco de agua.

Ahora solo faltaban quince minutos para que saliera a escena, sus padres, quienes no veía más que unas pocas horas a la semana, se habían acercado a darle palabras de aliento y llenarle la cara de besos para luego despedirse porque tenían que ubicarse entre el público.

La función empezó y desde el primer momento todos los padres sacaron sus celulares para empezar a grabar y no perderse ni un detalle, esto solo aumentó los nervios de la niña, pero mantuvo la calma y cerró los ojos para empezar a bailar.

Recordó cada paso, cada pirueta, se guio con el ritmo de cada melodía. Ella deslumbró al público, encanto era lo que le sobraba, gracia y elegancia, lo que la caracterizaba en cada paso que daba.

Las últimas notas llegaron a su fin y todos los niños sobre el escenario hicieron una reverencia, el público aplaudió y Sofía puso su mejor sonrisa, pero antes de que el telón se cerrara ubicó a su familia, y no había rastro de Elías, ni siquiera de María y su hermana, no habían ido a verla.

Sus padres fueron los primeros en ir a verla.

—Estuviste grandiosa, mi amor. —la felicitó su mamá, dándole un sonoro beso en la mejilla.

—Lo hiciste de maravilla. —la halago su papá, quién le había llevado un ramo de flores, el cuál Sofía recibió poco entusiasmada.

—En serio lo hiciste bien enana, encantaste al público. —la abrazó su hermano, pero ella solo quería preguntarle una cosa.

—¿Sabes porque no vinieron? —Milán negó apenado y le dio un beso en la coronilla como consuelo.

Estaban en el auto de sus padres camino a casa cuando el celular de su hermano sonó, él respondió más rápido de lo normal al ver el nombre de María en la pantalla. Sofía no logró escuchar nada, pero si podía identificar a la mujer alterada a través del celular. Cuando su hermano cortó la llamada, solo bastó una palabra para que el auto cambiara bruscamente de dirección.

—Tenemos que ir al hospital

Paredes BlancasKde žijí příběhy. Začni objevovat