Capítulo 44

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Dazha Zarém Krasny

En el salón elíptico relajo mi espíritu, meditando, respirando el aroma de incienso que yo misma hice, y escuchando las suaves notas de la flauta zansvrika que llena el aire. Mi piel humana se satisface con el calor que emanan las llamas de las antorchas. Hoy será la primera reunión que tendré con los dos candidatos a Zethee. Mi padre me ha encargado la noble misión de guiarlos en el ámbito espiritual para que tomen las decisiones que los harán merecedores de la sucesión, y el día de mañana, si tengo éxito en las expectativas que espera de mí, guiarlos también durante su régimen.

Mi humanidad y mi juventud no reducen la percepción que tengo de mí misma. Sé quién soy. Me angustia que mis hermanos no se den cuenta de la importancia de nuestra responsabilidad como descendientes, somos los responsables de asegurar el futuro, consolidando ahora la corona y cediéndola a nuestros hijos. Por mi parte, el rol que mi papá me dio me lo tomo muy en serio. Es y será siempre para mí un honor trabajar para él. Estoy orgullosa de mí por haber tomado el camino que me está convirtiendo en la mujer en que aspiro convertirme, y estoy satisfecha de que mis talentos estén a su servicio. Quiero esto. Confío en mi poder espiritual. Me preparo para lograr las cosas para las que siento que fui hecha. El hecho de que mi padre desee cederme la dirección del sacerdocio zansvriko es un privilegio del que demostraré que estoy a la altura. Por eso, aunque sea la menor, me valdré de las habilidades que me permiten ver lo que mis hermanos no pueden y así ellos lo aprovechen en su beneficio.

Cierro los ojos. Respiro hondo, dejo que el aroma dulce y picante de los perfumes que mezclé me cale hasta los pulmones. No es de débiles ni de ingenuos confiar en las artes místicas. Los Zethees más brillantes de nuestra historia se han valido del consejo sacerdotal. Los vampiros no somos ajenos a los misterios esotéricos, y yo tengo fe en mí. En la fuerza que me recorre, en la sangre que me conforma. Soy capaz. Soy consciente de mi mente perspicaz. Por ella puedo ayudar a mis hermanos para que alcancen el propósito que deben cumplir.

Levanto los párpados paseando la vista sobre las cartas echadas sobre la mesa frente a la que estoy. Son días excelentes para tomar decisiones y ejecutar acciones, no podemos desperdiciar ninguno. Kham Lezanger creció medianamente ajeno a los estudios zansvrikos. Leohark Anleid aprendió por deber, y para alimentar su hambre de conocimiento que no se limita nada más a nuestra cultura. Yo aprendí por pasión. Eso marca una diferencia, me da la ventaja de opinar con juicio y sentido en asuntos estratégicos con la misma destreza con la que interpretaría señales celestiales.

Vestida para la ocasión traigo una de las prendas que pertenecieron a mi madre en su época de soltería. Un vestido negro tejido a mano por Athir. Me sienta bien porque la valentía de la mujer que me trajo al mundo es una heredad que quiero cobrar por sobre todo.

—Dakota.

Mis hermanos llegan en pie de la hora acordada. Kham Lezanger con una seriedad que proyecta una predisposición inconveniente, supongo que así aspira defender su posición, pero entre la firmeza y la rivalidad hay una línea delgada que podría cruzar si no aprende a distinguirla y necesitamos que pueda hacerlo. Leohark en cambio se muestra más amigable, como suele ser bajo cualquier escenario.

Voy hacia la mesa que preparé para la reunión, dejando mis cartas atrás. Tanto Kham como Leo me imitan, acercándose hasta tomar sitio.

—Antes de empezar— les digo —Me gustaría que sepan lo mucho que me alegra que trabajemos juntos. Que mi papá me tome en cuenta para hacer equipo con ustedes es un honor, porque son mis hermanos mayores y los respeto como tales.

—De pequeña no tienes nada —responde Alejandro —Eres madura e inteligente, yo aprendo mucho de ti. Si mi papá no te hubiera incluido en esto, yo te habría pedido ayuda de todos modos.

Asiento sonriéndole con sinceridad. Temía que pudieran sentirse amenazados, o incluso humillados de que se me impusiera esta tarea. Miro a Moisés, se muestra mucho menos simpático.

—¿Entonces respetarás lo que decidamos para el festival? —cuestiona.

—Sí, claro. Solo tengo a cargo enteramente el levantamiento del Konsilum ruhaní. Fuera de eso ustedes son los responsables del Festival de Cadáveres en su totalidad, pero como consejera espiritual de su rol de líderes tengo el deber estricto de sugerirles las acciones más convenientes, y lo haré con la insistencia que sea necesaria.

—Papá te asignó a ti darnos consejos, y a nosotros decidir si los tomamos— refuta.

—Moisés —me inclino en su dirección. Apelo al tono de voz sereno pero persuasivo del que Harym me ha sugerido tener cuidado —No soy una piedra en tus propósitos. Sé que crees que antepongo intereses de poder sobre la justicia, pero tu sentido de ella atenta contra todo lo que representa a la comunidad zansvrika. Es verdad que defiendo los modos tradicionales, pero eso es tan importante para mí como lo eres tú. Nada me empujaría a ir en tu contra. Cada vez que replico alguna de tus ideas no es porque te odie, sino porque te amo. Entiende que entretanto más poder se consiga, más audaz se debe ser para preservar la supervivencia, porque este trae consigo amenazas permanentes. No puedes ir a contracorriente de lo que los vampiros han construido por siglos, te matarán.

—Los vampiros se sienten cómodos con el arraigo— apoya Leo —Tendrás más suerte con las nuevas generaciones si gradualmente siembras en ellos desinterés por las prácticas que sueñas con ver extintas. Si quieres sobrevivir, ese es el camino más seguro.

—El más cabal por donde se mire— completo yo —Muerto no conseguirías nada. Solo la astucia te dará la victoria. La estrategia. No los impulsos impacientes.

—Casi hablas como si estuvieras a mi favor— se queja Lezanger.

—Lo estoy, así como de favor de Alejandro. A los dos les haré sugerencias en conformidad a la visión que manejen cada uno, y señalaré lo que considero errores para que los corrijan a tiempo. Comienzo contigo porque eres quién pone más resistencia. Te desagradan las corrientes zansvrikas en todas sus capas: filosóficas, políticas, culturales ortodoxas... Me preocupo por ti. Si te convirtieras en Zethee sin rendir servicio a estas doctrinas caerás, y contigo todos nosotros porque nadie en esta familia se quedaría sin vengarte. Por eso te pido —le imploro con convicción —Si vas a formar parte activa de la dinastía que nuestros padres están formando, apégate a las condiciones que implican las circunstancias. Si no puedes, renuncia a la partida antes de que sea demasiado tarde para que nos des la razón.

—Si tus predicciones son reales ya debes saber lo que decidiré —comenta medio soberbio.

Yo dulcifico aún más mi mirada.

—Desprecias la adivinación porque fue el pilar espiritual de los antiguos. Pero una de las prácticas aplicadas en este credo permitió una visión sobre Aris— a quién no conozco en persona, pero de quién he oído mucho —Los profetas que anticiparon el desastre que él generaría planeaban asesinarlo, un acto que fue impedido por mi tía Elizabeth. Si tú pudieras recibir una advertencia tan determinante como esa, ¿La menospreciarías aun sabiendo que los videntes talentosos tenían razón? A mí este ejemplo no me sirve porque el señor de los cadáveres es mi hermano y no podría desear su muerte, pero a ti te hará reflexionar. Lo sé porque como bien has desafiado mi intuición, soy capaz de pronosticar tus elecciones. No puedo ver a quién de los dos elegirá mi padre, pero lo que sí está muy claro es que, en cierto modo, en el trono habrá dos figuras. No me refiero al Zethee y a su zrasny, eso es otra cosa. Es en otro sentido. Hay un Zethee, y un copartícipe. 

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora