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Algo que realmente le fastidiaba un poco, era ir a comprar nuevos útiles escolares con su abuela. No era de su interés ver libros nuevos o algún tipo de lápiz con diseño de unicornio.

Había sido aceptado en una de las mejores escuelas en la ciudad, con bastante trabajo había logrado pasar el examen, pues no recordaba nada de lo que había visto en la primaria, el tenía muchas cosas más para hacer, él era libre.

—¿No falta nada?—. Pregunto alegre Susan con una pequeña canasta con los útiles.

Alzó un poco su mano mirando la lista de materiales teniendo en mente lo que ya tenían listo para pagar.

Cuadernos.
Lápices.
Plumas
Folders/carpeta
Hojas blancas...
Etcétera, etcétera.

Había muchas cosas para comprar, eso era agotador y bastante desesperante, en especial por el hecho que cada maestro pedía una cosa diferente al otro. Así era en la secundaria, tendría que acoplarse, Daniel estaba acostumbrado a tener un solo maestro por tan sólo cuatro horas con algunos útiles y muchos libros, tantos que parecía que en la mochila llevabas piedras.

—¿Ya casi?-. Preguntó desesperado, —Tengo práctica a las 6:00. No falta mucho.

Su abuela lo miró con algo de desilusión y frustración.

—Ya casi, solo faltan una hojas blancas. Mejor ayúdame cargando las canastas y ve haciendo fila para pagar.

Sin decir nada más. Le entregó las cosas a su nieto para seguir con lo que faltaba, no podía perder tiempo en la plática. En caso de Daniel fue a la fila para pagar, se sentía bastante reflexivo esos días.

Desde que pasó el pequeño inconveniente con el chico de el parque, no lo había vuelto a ver, ya había pasado una semana, tampoco había visto a Agustín. Aunque él había dicho que iría de viaje donde sus tíos para visitarlos y tener más contacto consigo mismo. Ya no le quedaba nadie con quien salir o hablar, solo tenía a sus compañeros de equipo, aunque ellos no eran tan Unidos, todos eran diferentes pero a la vez iguales. Algo confuso.

Una cosa incómoda para él, era estar en una fila, solo, se sentía un total idiota allí. Solo tenía que esperar a llegar a la caja registradora para poner las cosas y por fin irse a entrenar. Lo único que le entretenía era mirar a las demás personas, observar sus acciones y sus conversaciones, por no decir chismoso. Se sentía concentrado, hasta que noto un rostro bastante conocidos. Esa gorra, ese cabello. En especial, esos pequeños ojos tan tranquilos.

—¿Ese que hace aquí?—. Pensó en voz alta algo sorprendido.

Abraham se encontraba a unos cuantos metros afuera de la papelería, parecía estar con su grupo de amigos.

<<Que vago>>. Pensó con algo de aborrecimiento.

No lo juzgaba del todo, el también era vago a su corta edad, su madre era demasiado liberal, por no decir de forma excesiva, en cambio a él, no tenía con quién salir, estaba solo.

No lo dejaba de mirar, sentía la culpa por aquel día, pero su orgullo no lo dejaría disculparse, no en ese momento. En ese instante notó algo diferente, Abraham llevaba lentes, algo llamativo para las demás personas, sus lentes cubrían aquellos ojos y lucían su rostro atractivo y delicado. Almenos era llamativo para él.
Rápidamente apartó la mirada con indignación y un poco de envidia.

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Ese día había quedado en dar un paseo por el centro con sus amigos, las vacaciones eran una temporada que le gustaba demasiado, podía salir y pasear sin tener la preocupación de tener tareas o despertarse a las 6:00 de la mañana todos los días de la semana. Sin embargo, había algo que le impedía estar todo el día en la calle.

-Lleg-... ¿Y mis padres?

Su voz se cortó al ver el desorden en casa, normalmente todo estaba tranquilo, pero estaba vez había un alboroto.

Su hermana pequeña llegó corriendo para abrazarlo, Abraham no dudó en levantarla en brazos, amaba las bienvenidas de su hermana pequeña.

-  Salieron a cenar-. Respondió su ray quien estaba sentado en el sofá mirando una película en la TV

-  ¿No te dijeron antes de salir—.
Su mirada se apartó rápidamente con nervioso.

—Bueno, se me olvidó... Quizá.

Las risas de su hermano se escucharon por la sala.

Dejó a Daniela en el suelo con cuidado antes de irse a su habitación para cambiar su ropa a una más cómoda.

Su vida fuera de la calle y la escuela era algo complicada, su casa era grande para una familia grande, siempre cuidaba a sus hermanos pequeños y de vez en cuando limpiaba su casa. Siempre se turnaba con su hermano mayor para hacer los quehaceres, eso es lo que pasa cuando tienes 4 hermanos menores que tú.

Salió de su habitación con ropa más de casa, no le gustaba estar de fachas en un lugar donde no lo necesitaba.

—Te toca limpiar la casa—. Avisó su hermano mayor al verlo salir nuevamente. Jamás perdía tiempo.

Con pereza y aburrimiento, no tardó mucho en tomar los utensilios de limpieza sabiendo que al final sería más que divertido limpiar su casa.

What I expect from youWhere stories live. Discover now