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Nunca pensó que tendría tantas cosas en común con el chico que había tratado mal en un inicio, pero no podía evitar admitir que realmente era buen chico en cualquier aspecto, sin mencionar su conducta con la escuela. Eran parecidos pero tan diferentes, pero algo que le enojaba, era que se burlaba de muchas cosas que al final terminaban siendo parecidas a las cosas que le pasaban a él.

─Y por eso me dicen así...

Bufo haciendo un puchero mientras apoyaba su barbilla en la palma de su mano. Abraham, en cambio, soltó una risa divertida y juguetona.

El día anterior Daniel se había burlado del estúpido apodo que le tenían de pequeño, pero el término con uno peor.

─¿Pero pichu no era un pokémon?─. Dijo sintiéndose algo desconsertado.

Daniel se quedó en silencio por unos segundos antes de golpear la mesa con una de sus manos.

─¿¡Te gusta pokémon!?

Admitía que estaba sorprendido, pues el mayor no había mostrado ningún interés en algún anime en los dos meses que llevaban de escuela, por lo que le impresionaba bastante que supiera algo como eso.

─No realmente, mi hermano pequeño lo mira y aveces lo acompaño. Sus canciones son divertidas. Me gustan sus pokemones.

─¡Maldita sea!─. Grito frustrado.

Siempre que quería impresionar al chico, terminaba frustrado por el hecho de que ya sabía algún dato o incluso que Abraham hubiera pasado por lo mismo. Pero por un segundo no le tomó demasiada importancia a ello, sino a otra cosa.

─Espera... ¿Hermano pequeño? ¿Tienes hermanos?

Sus ojos se abrieron con incredulidad y asombro, no pensó que tuviera hermanos, pues parecía un mimado hijo único.

─¡Oh sí! Tengo cinco─. Soltó una risa divertida y nerviosa, pues realmente eran demasiados.

─¿Tú mamá no es conejo?

Rápidamente se escuchó un quejido por parte de Daniel al sentir un golpe en su cabeza por parte de Abraham.

─¡Callate! Y no, no lo es. Ella decidió tener tantos─. Explicó con un puchero mientras grafiteaba en su cuaderno.

─Bien, bien. Pero, ¿cinco hermanos? ¿Son mayores o menores?─. Sus ojos se iluminaron un poco.

Nunca había conocido a alguien con tantos hermanos, era increíble como Abraham tenía cinco hermanos cuando el parecía un total hijo único.

─Tengo uno mayor y cuatro menores. ¡Oh! Mi hermana pequeña es tu tocaya─. Una enorme sonrisa se mostró en su rostro.

─¿Mi... Tocaya? Pero, ¿como? ¿Si-...? ¿Se llama Daniela?─. Levanto una ceja con duda.

Abraham asintió con una risa divertido de que Daniel por fin usará su cabeza en toda la semana.

─¡Sip! Se llama Daniela, pero ella si es inteligente.

Daniel se cruzó de brazos sin antes dar un codazo a su compañero de mesa. No era su culpa ver la escuela aburrida, sin mencionar que se la pasaba jugando y haciendo idioteces con sus amigos.

─Si soy inteligente... Solo que no te quiero dejar humillado─. Dijo como excusa apartando la mirada con nervios.

Abraham solo se rió a carcajadas, le agradaba esa risa tan suave y delicada.

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─¡Maldito profe! Me puso seis─. Se quejó en voz alta mirando la calificación en su trabajo por equipo.

─No que muy inteligente ─. Se escuchó no muy lejos del menor.

─¡Callate!

Sus mejillas se volvieron un tono rosado. Sin embargo, en ese momento sintió la mirada de Abraham desde la puerta.

─¿No vienes?

─¿A dónde?─. Pregunto desconsertado.

─Es hora libre.

Con esas tres palabras, el seis de Daniel se fue a volar por los aires. No había algo mejor que las horas libres, salían del salón, jugaban, hacían desastres, los regañaban y al final volvían al salón como castigo. Sin embargo, ese día decidieron hacer algo tranquilo.

─¿Jugamos? Quiero practicar mis tiros ─. Dijo con un poco de emoción.

Al recibir una respuesta aprobatoria de Abraham, no tardó en pedir una pelota prestada al profesor. Desde que se había enterado que Abraham le gustaba jugar básquetbol, casi todas las semanas practicaban al menos un día o un pequeño momento. Era divertido jugar con alguien que realmente supiera sobre ello.

Como siempre, uno intentaba quitar la pelota al otro intentando anotar a la canasta. Al final siempre ganaba Abraham con más canastas, sabia que Daniel no era bueno en ello, hasta él mismo sabía que no era bueno en eso, pero se divertía practicando con amigos, pues no era igual a como lo hacía con su equipo en el entrenamiento.

─Ya me estas dando pena, nunca aciertas nada.

Se burló divertido poniéndose en frente de Daniel mientras el otro notaba la pelota constantemente, sus mejillas estaban ruborizadas de la vergüenza ante la burla de su amigo. No tardó en protestar antes de lanzarse contra el en un intento de encestar. Sin embargo, Abraham no se quedaba atrás, se lanzó contra Daniel en un intento de detenerlo y evitar una canasta. Los accidentes suceden, ¿saben?

─Lo siento, ¿te lastime?─. Pregunto con un tono preocupado e inocente.

─¿Tú que crees?

Daniel miro a Abraham con una ceja levantanda mientras agarraba un papel contra su nariz.

...

Ambos al chocar lanzándose contra ellos, cayeron al suelo haciendo que Abraham cayera encima de Daniel ocasionando un golpe en su nariz, lo peor fue que la pelota había salido de la escuela y no había quien la recuperará. Pero al parecer Abraham estaba más preocupado por su compañero que por la pelota y Daniel estaba con la nariz escurriendo de sangre.

Una pequeña risa nerviosa salió de los labios de Abraham. Ante la respuesta de Daniel.

─Perdona, me pasé de fuerza...

Se disculpó por octava vez. Daniel sonrió divertido antes de levantarse de la banca.

─Mejor vámonos, no quiero que el profe nos regañe por perder en balón.

Sin esperar, comenzó a caminar hacia el salón que les correspondía. Abraham suspiro un poco aliviado de que Daniel no estuviera enojado con él. Inmediatamente lo siguió antes de comenzar a hablar de otro tema random.

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⏰ Last updated: Mar 03 ⏰

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