33; un masaje

1.1K 207 158
                                    

33 | itala |un masaje

Lisandro hace ratito llegó de su sesión de kinesiología y yo estoy en una videollamada de trabajo hace casi dos horas, terminando de cerrar contratos. Él está impaciente esperándome por que quedamos en que ibamos a ir al centro por que yo tengo que ir a ver unas cosas de trabajo y él me quiere acompañar, por que ahora doy un paso y él está atrás siguiéndome como una garrapata.

Mi cuerpo por suerte está mejor, mi piel está mejor, ya no me duele casi nada y los hematomas por suerte ya casi no son visibles gracias a las cremas y el cuidado que tuve para tratarlos, también gracias Lisandro que me ayudó mucho en todo y nunca me dejó sola. Increíblemente.

La videollamada por fin termina después de casi veinte minutos más y subo las escaleras para ir a la sala dónde estudio y trabajo. Mi corazón da un salto cuándo veo a Lisandro apoyado en mi escritorio con sus ojos oscuros, los brazos cruzados sobre el pecho, con su pose despreocupada y arrogante tan típica en él.

—Estaba en una reunión—aclaro
un poco intimidada por su mirada y también por que hasta hace rato me estaba apurando a gritos.

Él me mira cómo si fuera la única persona en el mundo y eso me hace sentir miles de cosas, pero no sabría describirlas.

—Me dijiste que terminaba hace cuarenta minutos.

—Se atrasó.

—Me dí cuenta—sus ojos se iluminan con un brillo perverso—Vení acá, ma.

Aprete los labios al saber lo que va a pasar y también por lo excitada que de repente estoy, tan así que hasta la más mínima ráfaga de aire contra mi piel hace que mi respiración se acelere pensando en lo que va a pasar.

—No.

—No te lo estoy pidiendo.

Su tono autoritario me termina de calentar y cruzo los brazos sobre mis pechos para demostrar lo contrario y fingir una postura decidida de la cuál claramente no tengo.

—Perdón, pero no podés decirme los que tengo que hacer.

—Vení. Acá.—su voz baja a un decibelio peligrosamente suave—Antes de que te doble encima de mis piernas y te dé unos cachetazos tan fuertes en el orto que después no te vas a poder sentar por varios días.

La imagen mental me pone la piel de gallina y estoy a nada de negarme para que pueda hacer justamente eso pero después de tantos días, incluso semanas de nuestro último y único encuentro sexual no puedo esperar más y camino hacía él con las piernas casi temblorosas, situandome frente a él.

—¿Viste? No era tan difícil—Lisandro me agarra por la nuca y tira de mí hacía él—Quiero que sepas algo, Itala—me mira esperando a que le responda pero sólo me sale asentir con la cabeza—En público ahora sos mi esposa y novia, pero en privado ahora vos sos mi putita, solo mía.

Su otra mano baja desabrochando mi pantalón y metiéndose adentro de mi tanga para después pellizcar mi clítoris hinchado haciéndome chillar.

—Li-Lisandro—chillo rogando al sentir sus dedos tocandome a su merced.

Ttrás varios minutos así, los primeros temblores de un orgasmo me sacuden.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Arreglado; Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora