ᴅɪᴇᴢ

895 91 61
                                    

Tres días después, Matías miraba con malhumor la puerta cerrada hacia el dormitorio de Enzo. No podía oír nada del otro lado.

Levantó la mano y golpeó la puerta, ignorando la voz en el fondo de su mente que le gritaba que estaba loco.

No le importaba. Estaba agotado y de un humor inestable por apenas haber dormido por cuatro noches seguidas.

Era todo culpa de él.

La puerta se abrió y Matías se encontró en el extremo receptor de una mirada helada. Enzo apoyó su amplio hombro contra el marco de la puerta, escudriñándolo de pies a cabeza. Solo vestía un par de bóxers negros, su oscuro cabello alborotado y una barba corta y gruesa recubriendo su mandíbula.

Matías pasó el peso de un pie al otro, mirando cualquier cosa, excepto el pecho desnudo de Enzo y los tatuajes en sus musculosos brazos.

—¿Hay algún motivo para que estés golpeando mi puerta a las seis de la mañana? —dijo Enzo.

Matías entrecruzó los brazos sobre el pecho.

—Tengo hambre.

—Tienes hambre —repitió Enzo, arreglándoselas para trasmitir lo absolutamente irrelevante que eso era para él sin cambiar de expresión.

—Sí —dijo Matías. —No he comido nada desde ayer por la tarde —No pudo resistir echar un vistazo sobre el hombro de Enzo hacia la gran cama que dominaba la habitación. Estaba vacía, con las sábanas arrugadas. —Así que su puta se fue —dijo antes de poder contenerse.

Inmediatamente se arrepintió de hacerlo, cuando la mirada de Enzo se agudizó, apareciendo en su rostro algo semejante a la diversión.

—¿Estabas escuchando tras la puerta, chiquito?

Matías lo miró enfadado.

—No pude dormir en toda la noche por sus gemidos. Por cuatro noches consecutivas. ¿Y tiene que follarla a las tres de la madrugada en nuestro... en el baño que compartimos? —Incapaz de seguir sosteniendo la mirada a Enzo, desvió la vista hacia su oreja izquierda. —Tengo hambre, y necesito otra cosa que vestir. La camiseta que me dio ya se siente asquerosa.

—Es entrañable como crees que puedes perturbar mi sueño sin una razón suficientemente buena —dijo Enzo, con un toque acerado en la voz.

Matías se congeló, sus ojos parpadeando hacia Enzo. Tragó saliva.

Enzo estiró la mano, agarró el cuello de la camiseta de Matías y lo jaló más cerca. El corazón de Matías dio un vuelco en su garganta; su boca reseca.

—¿O solo quieres mi atención, amor?

Sonrojándose, Matías negó con la cabeza. Por supuesto que no deseaba la atención de Enzo. Había tenido demasiado de ella en los últimos tres días. Cada día, Enzo iba a su habitación, hablaba con él sobre cosas aparentemente inconexas, y lo observaba. Era algo exasperante, aunque Matías no podría quejarse de que estuviera siendo maltratado. Tenía una cama suave, era alimentado lo suficientemente bien, y las palizas de los guardias ya eran un recuerdo distante. Enzo ya ni siquiera lo tocaba.

Francamente, Matías tenía poco de lo qué quejarse. En lo que refiere a secuestros, esta no había sido una experiencia tan desagradable... si tan solo no fuera forzado a escuchar orgasmos femeninos noche tras noche.

Enzo se rio entre dientes, llevando su mano desde la camiseta de Matías hasta su garganta. Su pulgar presionando el pulso desenfrenado de Matías.

—Pequeño mentiroso —dijo. —¿Has venido hasta aquí porque estás celoso de la agradable mujer que me entretuvo anoche?

(Iɴ)ᴄᴏʀʀᴇᴄᴛᴏ | ᴇⁿᶻᵒ ˣ ᴍᵃᵗⁱ́ᵃˢWhere stories live. Discover now