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Kara bajó las escaleras prácticamente saltando hacia la cocina. Su madre arqueó las cejas.

—Así que estás toda arreglada y perfumada, ¿verdad?— Eliza preguntó con complicidad.

—¿Y qué con eso?— preguntó Kara, sirviéndose una galleta con forma de animales del plato que Eliza estaba preparando para Alice.

—Solo ten cuidado, eso es todo—, dijo Eliza, moviendo el plato fuera del alcance de Kara.

—Siempre—. Kara se apoyó en la encimera de la cocina. —No te importa, ¿verdad mamá? Quiero decir, no tengo que ir, no necesitas quedarte en casa y cuidar a Alice si tienes otras cosas que hacer.

—Estoy encantada—, dijo Eliza, sirviendo jugo en una vaso. —Ya era hora de que Alice y yo tuviéramos un poco de tiempo a solas—. Miró a Kara de arriba abajo. —En cuanto a hacia dónde vas, bueno, debo decir que estoy orgullosa de ti.

Kara se mordió el labio. —¿Puedo preguntarte algo?

—Lo acabas de hacer.

—Sí, algo más—. Había estado acechando su mente. —¿Porqué ahora? Lo de empezar a salir de nuevo de la nada, ¿por qué ahora?

Eliza movió el plato y el vaso de Alice a la mesa de la cocina y puso su mano en su cadera. —Tal vez se me ocurre que no siempre he dado el mejor ejemplo.

—¿En qué manera?

—En la forma de asegurarme de que mis hijas supieran que yo también tenía mi propia vida, que el mundo no giraba solo alrededor de ustedes—. Levantó las manos cuando Kara abrió la boca. —No estoy diciendo que sean unas malcriadas ni nada por el estilo, sólo digo que podría haberles ayudado como mujer si hubieran tenido una madre que modelara relaciones saludables.

—¿Y has decidido hacer eso ahora?— preguntó Kara, levantando una ceja.

—Más vale tarde que nunca—, dijo Eliza a la defensiva. —De todos modos, ha funcionado, ¿no? Estarás en la casa de al lado para ver a tu mujer elegante y yo estoy aquí cuidando niños.

Kara se rió. —No estoy segura de cómo se sentirá Lena si la llaman mujer elegante.

—Tienes que hacer esto—, dijo Eliza más seriamente. —No es una vida estar sola. Tú y Mike ya han estado separados por un tiempo y es importante que tengas algo para ti. Es importante que Alice vea que tienes algo para ti. Estoy orgullosa de ti por exponerte, sinceramente, lo estoy, Kara.

—Si hubiera sabido que lo único que tenía que hacer para que estuvieras orgullosa de mí era besar a una mujer, tal vez habría tenido citas un poco antes.

Eliza resopló. —Estás haciendo más que besar si la cantidad de tiempo que acabas de pasar arreglandote es una señal. Y será mejor que te vayas; de lo contrario, será demasiado tarde para hacer algo.

—Volveré…— comenzó Kara.

—Volverás cuando sea el momento—, interrumpió Eliza. —Sólo estás al lado. Puedes pasar la noche. Haz lo que tengas que hacer. Sabemos dónde estás.

Kara hizo una pausa. —¿Cuando dices que sabemos…?

—Quiero decir, sé dónde estás—, dijo Eliza con firmeza. —No le he dicho ni una palabra a Alice excepto que vas a salir.

Kara respiró más fácilmente. No quería que Alice se involucrara en esto, no hasta que supiera lo que estaba pasando, qué era todo esto. Se le había pasado por la cabeza que esto podría ser simplemente un enamoramiento tonto. Una de esas situaciones en las que ocurre el sexo y luego la magia desaparece. No es que ella hubiera experimentado eso, pero había oído que sucedía.

ʟᴇᴀʀɴ ᴛᴏ ʟᴏᴠᴇ ᴀɢᴀɪɴ   /SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora