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Pedro Pablo.

¿Quieres que te guise un chicharrón, un pedazo de jamón o prefieres pollo frito, mi amorcito? No, muy sabroso el chicharrón, tu pollito y tu jamón pero ahorita nada de eso, cariñito —cantó Salomón, mi hermano mayor, moviéndose y dando vueltas como imbécil en medio del cuarto.

—¡Ay Salomón, cállate! No me dejas dormir —tapé mi cabeza con las almohadas y me acomodé para seguir durmiendo.

Tan solo dos segundos después Salo me quitó una de las almohadas y me pegó con ella en la espalda.

—¡Salo!

—¡Pepa!

Le pegué en la cara con otra almohada y así empezamos.

—¡Oigan! Mis muchachones, dice su mamá que sí...

Nandy abrió la puerta y justo Salomón aventó una almohada que la golpeó en la cara.

—¡Ay! —Nandy se fue para atrás por el almohadazo y Salo y yo reímos— ¡No se rían!

—Ay Nandy, perdón —Salo se acercó a ella y Nandy le dió con todo con la almohada.

Me reí de ambos y me aventaron otra almohada y de nuevo empezamos, estuvimos como 10 minutos más con la guerra de almohadas y después mamá Mireya entró a regañarnos.

—Miren como tienen ya el cuarto, no, no, deja eso —mamá le arrebató la almohada a Nandy y la tiró en mi cama—Vengan a ayudarme con el desayuno.

Mamá empujó a Nandy y Salo fuera y yo salí detrás. Nos acercamos al comedor en donde solamente estaba el colado de Fermín y Luna, la pequeña niña que tía Paz rescató hace unos días.

—¡Mira, Pepa! —Luna me mostró su dibujo.

En él estaba yo con algunas pinturas, Luna, y Cobija.

—¡Ten! Para ti.

—Está muy bonito Luna...

—¡Pepa! Ayúdame a servir esto —dijo mi abuela y asentí.

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—¡Sobrino! ¿ya estás listo? —preguntó tía Paz tocando la puerta de mi cuarto.

—¡Sí, tía! —terminé de arreglar mi camisa y abrí la puerta.

Tía Paz sonrió al verme.

—Ya estoy.

—Bueno, ya vámonos.

El día de hoy iba acompañar a mi tía Paz a la casa de los Villa de Cortés.

—¡Familia ya nos vamos!

—¡Que les vaya muy bien! —exclamó Luna acercándose a nosotros con Cobija en brazos.

Besó mi mejilla y la de tía Paz.

—Ma, ya me voy —me acerqué a mamá y ella me abrazó.

—Vamos Pepa —mi tía me hizo una seña y la seguí.

—¡Espérenme, espérenme! —gritó Salo saliendo del baño.

—¿Qué? ¿Qué, tú qué?

—Pues qué, también voy con ustedes, tengo que ver a mi novia la Galiux.

¿Eh?

Salo caminó delante de nosotros sin decir más.

—Pues bueno.

tenías que ser tú › bospa.Where stories live. Discover now