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Pedro Pablo.

Días después llegué a la casa Villa de Cortés con mi mochila colgada en el hombro, una de las empleadas me recibió en la entrada y me llevó hasta la sala de la casa, después se fue a avisarle a Bosco y yo me quedé ahí, me senté en el sofá y bostecé.

Me sentía cansado.

Muy cansado, porque me pasé media noche pintando un nuevo cuadro.

—Hola Pedro Toño.

Bosco...

—Hola... Bosco.

—Vayamos arriba —me hizo una seña y se dió la vuelta.

Lo seguí, entramos a su cuarto nos sentamos frente a la misma mesa del otro día, esta vez estaba en el centro.

Dejé mi mochila en el suelo y me quedé observando a Bosco por unos minutos.

Recordé el beso que me dió aquella noche.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara o...

—No —dije apartando la mirada— ¿Empezamos ya?

—Sí, sí.

Acomodamos todo sobre la mesa y comenzamos con la clase.

Pero no me sentía bien.

Tenía sueño, quería dormirme ahí mismo.

—¿Está bien?

—¿Ah? ¿Qué está bien?

—¿Este ejercicio? —me pasó el cuaderno para que lo revisara.

A ver...

—Bueno, mientras lo revisas voy a ir por algo de tomar —se levantó.

—Sí, está bien.

—¿Quieres algo? ¿Agua? ¿Jugo?

—Agua.

Bosco asintió y salió del cuarto.

Dejé el cuaderno a un lado y recosté mi cabeza sobre la mesa, a los pocos minutos, me quedé dormido.

. . .

Bosco.

Bajé al primer piso y me adentré en la cocina, en donde ví a mi hermano menor sentado frente a la barra y a Paz Roble lavando unos platos.

—¡Hola Bosco!

Exclamó Eder y la cocinera volteó al escucharlo.

—Hola —respondí sirviendo agua en dos vasos.

Puse la jarra a un costado y justo cuando iba a irme de ahí, Eder empezó a hablarme sobre una nueva caricatura que estaba viendo.

—... Pero al príncipe no le gusta la princesa Amber, le gusta su hermano...

Ah caray.

...

Tomé los dos vasos y huí de la cocina cuando Eder se distrajo hablando con Paz.

—Ya regre...

Me callé cuando ví a Pedro Pablo durmiendo en la mesa.

Dejé el agua y me senté.

Recosté mi cabeza a su lado, y lo miré dormir.

Tan tranquilo.

Algo dentro de mí se removió.

—Pedro P...

De pronto, recordé algo.

No puede ser.

No.

No.

No.

No.

No.

No.

¡No!

Me levanté rápido y me golpeé con la mesa.

—¡¿Qué, qué?!

Pedro Pablo se despertó y me miró espantado.

No puede ser, no puede ser, no puede ser.

No.

—Vete.

—¿Qué?

—Vete, ya—repetí dándome la vuelta —quiero que te vayas.

—Pero, aún no terminamos con la...

—¿No me escuchaste, idiota? quiero que te vayas ya, vete.

Pedro Pablo guardó todas sus cosas y luego, se fue.

Me llevé las manos a la cabeza, recordándolo todo.

—Lo besé.

Yo besé a Pedro Pablo.

¡Lo besé!


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tenías que ser tú › bospa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora