7: Significado

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—¿Vas a decirme quién es la chica que vino ayer?

—¿Cuál chica? —Elían pregunta, fingiendo amnesia. Francia lo mira con desaprobación. Nancy y Carlota se echan a reír. —Seguro que el incendio te afectó la cabeza, ya estás alucinando cosas, señora.

—No me trates de loca, Elían —advierte la mujer. —La hermana Nancy y la hermana Carlota ya me contaron que durante el incendio una chica preguntó por ti y corrió a verte cuando saliste. Además de eso, ayer vino alguien, y si mis sospechas son correctas, es la misma chica.

—No puedo mentirles a ustedes, ¿cierto?

—Es pecado mentirle a una monja.

—En realidad, es pecado mentir, en general, a cualquier persona —comenta Carlota, sonriendo con inocencia antes de que Nancy le dé una palmada en la cabeza.

—Habla ya, niño. ¿Quién es?

—Ella es... —¿Qué tipo de relación tiene con Amelie? ¿Ya puede ser catalogada como amistad? —Una conocida. Se llama Amelie Jansen, es pintora, famosa al parecer.

—¿Pintora? —Francia se lleva una mano a la barbilla y la acaricia, como si tuviese una larga barba que la ayuda a pensar.

—Me suena de algún lado.

—¡Amelie Jansen! —la hermana Carlota grita. —¡Claro que la conozco! Ya decía yo que su rostro se me hacía conocido. Hermana Nancy, ¿no la recuerda? La conocimos cuando viajamos a Estados Unidos, que fuimos a esa exposición de arte.

—¿En la que no dejaban tomar fotos?

—¡Esa misma!

Elían comparte una mirada con Francia, la cual luce igual de confundida que él. Nancy y Carlota son las representantes de la congregación, por lo que es frecuente que estén viajando de un lugar a otro. Aun así, nunca se esperó que ambas mujeres conociesen a Amelie, no termina de aceptar o siquiera comprender el grado de fama que posee. Es ante situaciones así en que se siente como un completo ignorante, se la pasa tan preocupado por su trabajo y salir adelante por su propia cuenta que a veces se siente como si se hubiese convertido en la única persona del mundo, o como alguien que fue exiliado y condenado a ver todo lo que sucede a su alrededor desde la distancia.

—¿Qué tal fue?

—Nos reglaron entradas para la exposición, fue hace unos cuantos años ya —. Inicia a contar Carlota, entusiasmada. —Eran varios artistas, y recuerdo que en ese entonces Amelie era la más joven. Todos iban a ver su obra; fue la que más revuelo causó.

—No sé qué impactaba más, si el cuadro como tal o la expresión de esa pobre chica.

—¿Por qué su expresión?

—Todo estaba dividido en cuartos, cada uno tenía un respectivo cuadro de cada artista. El de Amelie era el último del salón —Nancy cuenta, una sonrisa triste dibujándose en sus labios. Elían desea poder entrar en los recuerdos de la mujer y ver por su propia cuenta el cuadro de Amelie, vivir esa experiencia. —Ahora que lo pienso, todo estaba diseñado para que fuese una escena desgarradora. No teníamos permitido tomar fotos, así que no hay evidencia alguna del cuadro, pero si pudieses verlo... No puedo describirlo, Elían.

—Era justo eso, desgarrador. El cuadro era un homenaje a su abuela. Estaba pintada ella, Amelie, junto a su abuela, abrazadas en una cama. Es triste porque el cuadro habla por sí solo, no hace falta que nadie te lo explique, solo sabes que la abuela está muerta, y que ella sigue abrazándola, dormida.

—A un lado de la obra estaba Amelie, vestía impecable, pero solo su mirada te contagiaba el sentimiento de tristeza que ella sentía. No soy una persona fanática del arte, pero lo que sentí al ver esa pintura fue inexplicable, es increíble como una persona puede ser capaz de transmitir tanto por medio de pinceladas.

El arte de pretenderWhere stories live. Discover now