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Taehyung me da el helado que fue a buscar en la edad de piedra y que al fin en la actualidad me lo ha traído. En realidad, fue hace como diez minutos, pero se sintieron mortificantemente eternos. Sobre todo, bajo el enfermizo sol que cubre la playa.

De todos los sitios que se pudieron escoger para pasar el sábado el rubiecito tenía que elegir el más caluroso y molesto; la arena es enervante y la brisa no es fresca sino húmeda, pero había que complacer al niño chiquito...

Lo recibo y noto que no es de chocolate, más bien, de alguna fresa o frambuesa. Le dije claramente que si no había de ese sabor que no comprara nada. Pero no tiene oídos. Aun así, le paso la lengua para degustar del frío cono, aunque debo dejarla afuera por el terrible sabor.

¿Qué mierda es esto? Parece que hicieron esta porquería con leche mala.

Taehyung me mira confundido mientras él disfruta del suyo muy tranquilo. Aparentemente, para él sí había de chocolate.

—¿Dónde compraste esto? Sabe horrible. —Lo echo a un lado— Debería aprender a no confiar en ti en términos de comida.

—Dámelo y me lo como también —me dice y extiende su mano hacia mí.

Lo miro incrédula.

—No puedes comerte mi parte siempre que esto pase —le digo y se lo doy.

Él se sienta junto a mí sobre el bote al revés en el que estoy que, según él, lleva todos los años del mundo abandonado aquí en la arena.

—Una cosa, Taehyung... ¿No tienes gusto? ¿O lo perdiste en un accidente?

—Tal vez solo eres muy pretenciosa —me contesta y muerde mi antiguo helado. Por poco, llevándose la bola entera a la boca—. Solo mírate, seguro es la única ocasión en la que te he visto usando jeans, sombrero y lentes. Te faltaron los guantes.

—No quiero arriesgarme y broncearme demasiado. Me gusta mucho mi piel blanquita. —Me cruzo de brazos, protegiéndolos bajo la sombra de mi sombrero—. En todo caso, ¿por qué aquí? ¿No podemos ir bajo esos árboles? Se te van a derretir más rápido los helados.

Observo cómo ya uno de ellos ha comenzado a correrse por su mano. Una línea rosa se desplaza hasta su muñeca mientras batalla por comerse ambos velozmente. Es un pequeño desastre.

—Vamos, ¿sí? —insisto.

—Me gusta aquí.

Respiro frustrada y me giro hacia él para verlo mejor.

—¿Por qué? ¿Venías aquí con tu novia a darte besitos y ya no puedes? —le pregunto con sarcasmo.

Sé que eso es más lo suyo, pero no puedo evitarlo cuando me siento fastidiada por él. No entiendo cuál es la insistencia con quedarnos sentados en este sucio y viejo bote cuando hay árboles enormes y frescos detrás de nosotros. Desde que llegamos quise descansar en la sombrita, sin embargo, a él le encantó traernos acá, y cuando me quise levantar para irnos a otro lado, me impuso quedarnos.

—Deja de asumir mi sexualidad —me pide tras mi comentario burlesco.

—Entonces, con tu noviecito —rectifico.

—Me gustan las chicas —afirma, causando que gire los ojos—. Y no, no eran «besitos» precisamente, pero sí veníamos aquí —dice y se levanta, dejándome con la boca abierta.

—Espera, espera. ¿Entonces sí hubo una chica todo este tiempo? —Me apresuro en pisarle los talones, aunque la arena me hace torpe el caminar. Continúo detrás de él y lo alcanzo en cuanto se sienta sobre una piedra bajo un frondoso árbol. ¡Al fin!— ¿La hubo? —inquiero ansiosa.

Lo veo comerse lo que queda de los helados, paciente y en silencio. Lamidas, mordiscos, aquí y allá, en tanto me carcome por dentro su falta de respuestas. Me está ignorando, y lo está haciendo a propósito. Aunque no pasa nada, puedo esperar a que salga la luna esta noche si es preciso, porque ahora que ha abierto la boca no pienso dejar pasar la oportunidad de saber por qué tiene mal genio.

—¡Taehyung! —exclamo.

Me propuse aguantarme, pero un ratito, no una asquerosa hora. Y pues, mentí. Tan tolerante no soy.

—¿Qué pasa, Larissa?

Mis ojos se giran en sus cuencas.

—Había una chica, lo acabas de decir —le recuerdo, por si lo olvidó en estos últimos minutos. Luego me aproximo a él y hago un espacio a su izquierda, moviéndolo con mis caderas a un lado—. Cuéntame.

—Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal. Listo, ya te conté algo. —Lleva a su  boca el último trozo de la galleta del helado y sacude su mano al aire por los líquidos escurridos en su muñeca—. ¿Quieres más? Me sé otros cuentos.

—Eso no era un cuento, era un trabalenguas —lo corrijo, ciertamente decepcionada de su respuesta.

—Un pequeño cuento dentro de un trabalenguas, querrás decir. Mira, aquí va otro, más pertinente ante la situación —avisa, previo a darle uso a la soltura de su lengua—. Cuenta cuántos cuentos cuentas, antes de que cuentes cuántos cuentos cuentas tú.

Mi mirada no se aparta de la suya mientras analizo su comportamiento. Por un segundo parece que el rubiecito de amargo envoltorio se ha ido, lo cual es rarísimo. Comienzo a comprender lo complicado que ha de ser conversar sobre el asunto.

—¿Fue tan traumático que evitas el tema? Quieres hablar de ello, pero nunca terminas de hacerlo —le hablo en un tono más bajo y sereno—. Yo te he contado respecto a mi madre e incluso sobre lo que sucede entre Namjoon y yo... No estoy diciendo que me debas un secreto, pero...

—Larissa —me detiene y me clava los ojos encima—. Deja de ser una apurada. Yo te lo voy a contar, solo que no bajo tus presiones. Es una cuestión difícil para mí. Aun después de todo, todavía lo es.

—No quiero que te sientas presionado. Solo quiero saber... —murmuro y expongo un leve puchero. Mis pies empiezan a jugar con la arena cerca de los suyos— ¿De verdad era tu novia o... solo una amiga? —le pregunto, intentando acceder a los primeros detalles, por lo menos.

Noto cómo Taehyung hace una mueca y lanza la vista a un lado. No le ha hecho mucha gracia que continúe por esa ruta, de cualquier modo, vuelve a mí y me mira nuevamente.

—Nunca fue mi novia, pero siempre fue más que una amiga —confiesa, con una voz muy suave y tersa, como no se la he oído antes.

Espero a que sea él, quien decida proseguir para no hacerlo sentir incómodo. Aunque su mutismo se vuelve perpetuo.

—¿Y... qué pasó? —lo incentivo un poquito.

—Murió, Larissa. Ella murió —me dice.

Rápidamente, su estado de ánimo cambia. Luce algo enfadado.

Y no lo culpo.

Entiendo que no debí de estarlo presionando. No obstante, no puedo sepultarme en un hoyo avergonzada por tener curiosidad. Pensé que se trataría de un despecho, no de un resultado con un devastador desenlace.

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15.3.24

Regresé.

Lamento la tardanza.

Estuve editando los capítulos de esta historia, solo esperaba terminar de hacerlo para subir este nuevo.

Y ya que la he retomando, la estaré avanzando.

Disfruten mucho el capítulo. ♥️

UNHOLY • K.NJ +18Where stories live. Discover now