"Aquello que no puede ser borrado ni olvidado"
Alora Kim viaja a Corea del Sur para el funeral de su abuela materna, allí descubre el diario de ésta donde describe la existencia de un ser nocturno que debe vivir de la sangre, pero que aún así su bel...
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JungKook se acercó al sofá donde Alora se había quedado dormida luego de haber llorado por lo que Jennie había hecho. Verla así se sintió horrible, sólo hizo que creciera sus ganas de protegerla, con cuidado, levantó su cabeza sólo un poco para acomodar el cojín debajo de ésta, había alcanzado a contarle la discusión que tuvo con YooRim ocasionando otro llanto más en la chica, era evidente lo sentimental o emocional que era Alora con todo. Acarició su cabello liso viéndola dormir tan serena, envidiaba un poco que pudiera descansar, si él pudiera hacer lo mismo tendría la posibilidad de ver a Enora en sueños, decirle lo mucho que la extrañaba y disculparse por no haberse sincerado sobre sus sentimientos hacia ella, el vampiro tomó asiento cuidadosamente en la orilla del sofá pensando en YoonGi y YooRim.
En el pasado, había estado agradecidos con ellos por salvarle, incluso cuando no tuviera a nadie más, saber que podía seguir "viviendo" le animó en su tiempo. Extrañó a su hermana en su tiempo, claro que sí, ese collar de madera en el cuello de Alora iba a ser una forma para el chico de mantener el recuerdo de su hermana. Por ese collar fue que en realidad todo comenzó, ahora se sentía tan solo como Alora. Miró el diario en la pequeña mesa de centro, habían pedados de hojas que quizás podrían unirse, pero nunca sería lo mismo.
El timbre de la puerta llamó la atención de JungKook, Alora seguía dormida, se levantó atreviéndose a dirigirse allí y abrir por su cuenta dicha puerta sin tener en cuenta que Kim JiAe sería la visita, la mujer se quedó de piedra observando al pelinegro, su mente viajó al pasado en cuestión de segundos.
La niña de diez años se dirigió a la pequeña oficina de su padre por órdenes del mismo. Necesitaba llevarle algunas hojas blancas al comedor para que le explicara unos ejercicios de matemática tanto a ella como a MinJae, aunque el mayor parecía aprender más rápido que su hermana menor.
—JiAe—Enora sostenía una cesta de ropa sucia—¿Qué estás buscando, hija?
—Appa necesita hojas blancas.
—En mi habitación tengo algunas en el escritorio. Tu padre debe comprar más.
—Está bien—JiAe se dirigió a la habitación rápidamente, identificó las hojas en el escritorio tomando varias. A la niña le llamó la atención un dibujo entre esas hojas, era un hombre de joven de ojos oscuros además de brillantes, su cabello era un poco largo en la parte de la nuca, algunos mechones caían en su frente, sus labios delgados tenían una pequeña sonrisa dulce—¿Quién es él?—susurró sorprendida por lo bien que se veía—¿Fue omma?, appa no dibujaría algo así—en la parte inferior de la hoja decía...
Jeon JungKook. 1957.
JiAe aclaró su garganta. Era imposible que ese hombre siguiera siendo el mismo que el dibujo, había pasado mucho tiempo desde eso.
