Cuenta regresiva

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Nada de lo que acontecía era de categoría secreta, sin embargo, algo parecido al respeto hizo que nadie los escoltara, quizás por primera vez en mucho tiempo. Dentro de la nave, se encontraban alejados de la escena principal los terapeutas neptunianos que contemplaban silenciosos la despedida.

Ten, en brazos de Lum, vivía de nueva cuenta, una crisis, una parecida a la que lo trajo a Oniboshi, incluso semejante en la pérdida de conciencia posterior a la fatiga por llanto. Los brazos regordetes y encrispados, aún se aferraban a la tela del bikini, negándose a separarse de su segunda figura materna.

Ataru apartó la vista de la dolorosa narrativa que honestamente, también lo estaba quebrando emocionalmente más de lo que esperaba, navegando entre varios significados de trauma y pérdida. En el fondo, quería unirse al abrazo, sostener el sufrimiento de ambos y buscar un consuelo inexistente en la cercanía de la que fue por muchos años, su concepto de familia.

A pesar de todo, la situación requería de él aún un paso más, por lo que, haciendo uso de los vestigios de su fortaleza, llamó a Rei y lo dirigió hacia la esquina contraria en la que Oten, miraba con lágrimas en los ojos al cuerpo inerte de su hijo, y a su sobrina, separando cuidadosamente los dedos diminutos de su cuerpo.

-Rei, necesito que entregues esto en manos directas s a Mendo- dijo extendiéndole un sobre cuidadosamente sellado- es la cesión de algunos derechos y un par de instrucciones oficiales, a la par de nuestros testamentos.

El capitán general recibió con una reverencia el material, añadiéndolo a la lista de prioridades mentales. No hizo gesticulación alguna, como era costumbre, empero, por primera vez, estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse plano.

Ambos habían olvidado por completo la tensión pasada, la rivalidad a manos del amor febril y adolescente; en este momento, lo único que destacaba era la orden imperial, ejecutada con firmeza y acatada de acuerdo a su urgencia.

-Apoyarás a Mendo en todo lo que necesite- añadió con aquel peculiar tinte de orden que había desarrollado en los últimos meses- y revisarás que todo aquello que estipulamos, llegue a una conclusión satisfactoria.

-Así será- contestó inquebrantable

Se miraron a los ojos un par de segundos, comunicando en el breve contacto, aquello que no se atrevían a decirse, pero que tampoco, estaban dispuestos a mencionar.

Decidiendo que no podía ni quería ir más allá, Ataru se retiró, corroborando que el cuerpo de Ten estaba ahora en brazos de Azumi, mientras Lum se abrazaba con fuerza a su tío que no podía controlar más sus espasmos de llanto. Reuniéndose con ellos, puso una palma en la espalda de Oten, sintiendo su cuerpo templar por completo

-Estás haciendo lo correcto- le recordó- lo que hubiera deseado que mi padre hiciera por mi- reconoció con pesar

Los significados asociados a su óptica , decidió compartirlos con él, esperando que cediera a la recomendación al conocer la parte de la historia propia en la que la decisión correcta y amorosa de un padre hubiera cambiado por completo su vida. Eso y la ayuda de su terapeuta, convenció a Oten de optar por la elección de vida para él y para su hijo.

-Lo sé- jadeó compungido aún reposando su cabeza sobre el hombro de Lum

-Todo estará bien- agregó Lum

Luego de separarse, llegó el turno de los hombres de despedirse, lamentando haber contado con tan poco tiempo de amistad, encontrando en el otro, una química que pudo haber cobijado años de agradable camaradería. A la mente de Ataru, llegaron aquellos insights pasados que trabajó con ahínco; en el abrazo con Oten, se unían las figuras mentales de su padre, de Jariten, de sí mismo y de aquel hijo, que nunca conocería.

Por ella |URUSEI YATSURA| Where stories live. Discover now