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Después de prácticar un poco para acostumbrarme a mi propio cuerpo y al cuchillo, tomé la llave del cadáver del hueco con sumo cuidado.

Y algo curioso es que la llave no tenía una bola de luz a su alrededor como en el juego donde cada objeto valioso era envuelto por la misma, y cada objeto adquirido era almacenado en el inventario pero esta era la jodida y maloliente realidad, supongo.

Ah, hablando de ello, después de mi ataque de pánico y de dislocarme la mano, intenté abrir lo que todo reencarnado debería tener, algo cliché en las historias que leía pero dicho cliché me vendría bastante bien ahora; un sistema.

En todos los idiomas que conocía y de todas las formas, pero nada.

-' Bien, empecemos. Hay uno, dos...5 huecos en el pasillo, 7 si contamos a los que están en las dos primeras celdas tomándome como referencia. Entre todos serán un problema, pero si los elimino uno a uno con cuidado podría salir de aquí '- pensé mientras con el máximo sigilo abría la puerta oxidada, lo logré.

Salí lentamente y me acerqué sigilosamente hacia uno de los huecos más cercanos, este era el que constantemente golpeaba la cabeza contra una pared. Vigilando que los Huecos no me hayan visto, me coloqué detrás de Hueco 1 y, con los harapos del Hueco de la llave, le cubrí la cara con ella para que no gritara y lo arrastré a mi celda rápidamente.

Ahí lo tumbé en el suelo y para que no se moviera me eché encima, y con la daga lo apuñalé en el costado haciendo que se retorciera más.

Cerré profundamente los ojos mientras repetía la acción: -' no tengo elección, quiero vivir. Son ellos o yo, mi vida o mi muerte'- pensé mientras insertaba la décima apuñalada con el Hueco ya inmóvil, pero para asegurarme lo apuñalé al corazón y le corté la garganta así como los tendones de sus extremidades.

Me levanté y me fijé en como del cadáver salía un líquido oscuro muy apestoso.

-' Maté a un humano'- pensé mientras veía el cuerpo. Miré el rostro. -'No. No son humanos, son Huecos. Cáscaras vacías sin humanidad'- intenté consolarme pero en el fondo lo sabía, aunque fue hace dios sabe cuánto, fueron humanos. Era un asesino.

Pero era la única opción, ellos o yo. Y además, no podía hacer mucho por ellos, ya era tarde.

Me quedé contemplando el cadáver unos minutos más antes de llevarlo a una esquina, para que no estorbara.

Repetí está acción dos veces más para matar a un Hueco que iba desnudo y al adorador de la antorcha.

-' No puedo salvarlos, pero al menos me aseguraré de que sea rápido '- pensé mientras mataba al cuarto Hueco por la espalda.

Me quedaba uno que estaba al final del pasillo pero eso estaba a la vista del Demonio del Refugio Salvaje, y los dos que estaban en las celdas.

Miré al que constantemente golpeaba la reja, sus ojos...rojos brillantes, llenos de locura.

Traspasé la mano por la reja y lo agarré por el cuello para acercarlo hacia la reja y clavarle el ojo con la daga, acabando con su sufrimiento.

-' Lo siento'- pensé mientras me volvía al otro preso que estaba en la celda de enfrente. Lo vi rezando a algo o a alguien.

Iba a entrar para matarlo, no solo para acabar con su cruel destino sino también por las almas que sentía que aumentaban. Pero cuando iba a abrir la reja, algo me tecleó.

Y ese algo era el Hueco que estaba al final del pasillo, al que le di la espalda.

-' JODER JODER!'- grité en mi mente mientras forcejeaba contra el Hueco quién ya me había arrancado la oreja derecha a mordiscos, también parte de la cara mientras me inmovilizaba con sus brazos.

Yo en Dark Souls: Alabado Sea El SolWhere stories live. Discover now