Inauguración II

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Definitivamente, se había corrido la voz entre mis amigos sin mi consentimiento, y sin darme cuenta, éramos unos treinta en casa, y eso que, aún faltaba gente.

Los siguientes en llegar fueron Ruslana, Bea y Paul , que ya estaban instaladas en Madrid, y ahora cual pareja tradicional con calendario bajo el brazo, andaban buscando el bebé.

Y algo más tarde, las últimas en hacer, su entrada triunfal, fueron las amigas de Violeta.

Dos chicas.

Una rubia... y otra morena.

La primera se llamaba Maria, seguramente sería tapadera de su verdadero nombre que no era otro que tarada. Entre su voz aguda que entraba sin contemplaciones, directa a tu tímpano, la melena rubia brillante, y esos gestos de muñeca de porcelana a punto de romperse, no pude evitar que me recordara a Mía Colucci, o a una Barbie algo desubicada.

La segunda, menos llamativa, lucía melena castaña, ojos pícaros y una permanente sonrisa democrática, en la que dejaba entrever una pizca de superioridad. Desgranaba con su mirada, cada detalle del piso, mientras hacía algún comentario cortés, al respecto.

—Y esta, es Chiara —añadía Violeta, tras finalizar la visitar por el piso y llegar a la cocina, donde estaba yo cogiendo un par de platos.

—¿Vino o cerveza? —pregunté sonriente, después de darle dos besos a cada una de ellas, y decirles educadamente que me alegraba de conocerlas.

—Hmm ¿Coca cola Zero, tenéis? —dijo Denna  mirando a Violeta cómplice.

—¿Y agua con gas? —preguntó la chica rubia.

—¿Agua con gas?! —repetí con cara de susto. —¿Es en serio? —insistí, pasmada.

"¿La Barbie, me está vacilando?".

"Pero, estas tías ¿de dónde han salido?".

—No, no tenemos —respondí, tras captar la cara de pocos amigos, que me estaba poniendo Vio.

—¡Qué grande! ¡No sabía, que había alguien que bebía eso! —continué bromeando, para disimular.

Mientras servía las bebidas a las dos chicas de la oficina, que se tuvieron que conformar con un par de latas de Nestea, que Violeta tenía allí, por casualidad, llegó Naiara .

Vio me la presentó como su mejor amiga, era también una chica pija, pero no sé, me dio mejor impresión que las otras. Al menos, parecía sincera, cuando me abrazó y me dijo, que tenía muchas ganas de coincidir conmigo.

Estuve un rato con ellas, sinceramente lo hice por Violeta, y por darles otra oportunidad, después de enterarme de que había alguien en el país, que bebía agua con gas. Pero a los diez minutos, estaba cansada de escuchar cotilleos de oficina, y quejas sobre novios que no ayudaban en casa. Además, estaban las cuatro en una esquina del sofá, cerradas en banda al resto del grupo, que se agolpaba principalmente en la terraza.

Le di un codazo suave a Vio antes de huir de aquella tortura de conversación que comenzaba: Maria  estaba contando la primera vez que coincidió con su chico en el club de pádel.

—¿Vamos allí? Quiero que conozcas a los chicos, amor —susurré muy bajito, en su oído.

—Después, un momento, que quiero escuchar lo que está contando Maria.

"¿De verdad a Violeta  le interesaba, que él se acercó a ella, preguntándole, la marca de su pala con la que estaba jugando?".

—¿Y vuestras primeras palabras cuáles fueron? —preguntó la rubia señalándonos. —Por cierto, menuda sorpresa, Violeta —añadía pícara, guiñándole un ojo.

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