Es por ti

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No me gustaba nada tener que ir a eventos. Ponerme delante de las cámaras, sonreír forzadamente a los comentarios que te hacían los medios o tener incluso que aparentar alguien que no eras para mantener una conversación con los demás asistentes. Es cierto que aquello eran unos premios, que poco tenían que ver conmigo pues los premios Ídolo querían dignificar el trabajo de influencers pero supongo que meter a recientes triunfitos en su alfombra les daría visitas y más popularidad.

Le cogí una copa de champán a una de las camareras que estaban por allí paseándose con la bandeja en su mano y me quedé un poco apartada en una esquina para poder bebérmela casi de golpe sin que los demás llegaran a pensar cosas raras. Pero es que lo necesitaba, si tenía que hacer frente a esas tres horas necesitaba tener algo de alcohol en mi cuerpo y, sobre todo, no caer en la tentación de mirarla demasiado.

Ella había elegido un vestido verde oscuro, con un notable escote y a mí solo verla así, con aquel vestido que para muchas podría haber sido muy atrevido, conseguía revolver todo lo que tenía dentro de mí. Pero no podía dejar de observarla, de ver su pelo ondulado  y sus zapatos  que parecían ir a juego con el atuendo que yo había elegido para la ocasión.

Disimulé cuando vi que intentaba venir hacia mí, pero sus ojos, buscándome como el fuego a las llamas, eran imposibles de esquivar. Conseguían atravesarte con solo una mirada, ¿quién me diría a mí que era ella la que siempre decía que los míos contaban verdades?

Su propósito era claro, venía directa hacia mí, no sé si con ganas de saludarme, de reprocharme nuestro último encuentro o simplemente de hacerme ver desde más cerca lo preciosa que estaba. Sin embargo, las presentadoras de la ceremonia decidieron interrumpirla y que se tuvo que sentar en el asiento que le habían asignado. Lo suficientemente lejos del mío, pero también lo suficientemente cerca para que yo la tuviese controlada.

El acto no duró demasiado, apenas hablaron un poco de cada uno de los nominados y proyectaron un fragmento de aquello por lo que estábamos la mayoría allí, pero fue lo justo para descubrir una leve sonrisa de sus labios cuando fui yo la que apareció en pantalla. Las presentadoras se retirarón, anunciándonos las actuaciones que iban a ir a continuación y me vi sorprendida cuando comentaron que Chiara Oliver subiría para cantar su primer sencillo.

Hasta aquel momento no había llegado a pensar porque se había desaparecido hacía unos minutos, pero fue escuchar aquello que de repente una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo y las piezas de aquel puzzle, al que no había prestado atención, empezaron a encajar.

Allí estaba ella, con su guitarra a cuestas y su aspecto imponente encima del escenario. Se paró justo en medio del escenario y pensé en que ojalá alguien lo estuviera grabando para guardar conmigo esa escena tan maravillosa que estaban presenciando mis ojos, más aún, sabiendo la ilusión que le haría a ella cantar la canción a la que le había dedicado tanto empeño. Punteó la guitarra, viendo cómo su baterista le permitía cantar las primeras notas de Cada Vez, aquella canción que yo tantas veces le escuché cantar. Cerré los ojos, dejándome llevar por la melodía y todos nuestros momentos se dibujaron en mi mente, daba igual si estábamos solas o rodeadas de gente , al final éramos nosotras dos, sin nada más, sintiéndonos más nosotras que nunca, sin tapujos, sin nada que nos cubriera. Abrí los ojos y allí estaban los suyos, mirándome, como si su voz solo me tuviera a mí como destinataria.

Los aplausos retumbaron al terminar los últimos acordes. La gente se puso de pie y yo no pude ser menos, a pesar de que las lágrimas nublaban ya mi visión y mis piernas temblaban después de lo que acababan de escuchar. Tuve que disculparme con mi representante, que se sentaba justo a mi lado y marcharme corriendo al baño antes de que cualquiera se diera cuenta del estado en el que me había dejado su voz.

Kivi- One shots Where stories live. Discover now