Capitulo 25

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–No debes volver a pensar en ello. Nosotros nos encargaremos de él.

–¿Quieres decir…?

Porsche apretó el brazo de su padre.
–kinn se encargará de que lo entreguen a la justicia.

–Pero no… –No te preocupes, sé que hará lo que debe. Ese monstruo merece pagar por lo que ha hecho.

Kinn sonrió.

–¿Le has dado la noticia?

–No, aún no. No sabía si querías que alguien lo supiera.

–«Alguien» no incluye a esos seis patanes que han es lotado tomándome el pelo todo el día con bromitas sobre pañales, ¿no?

–Tuve que contárselo mientras les sacaba información. Y ya veo que no pueden tener la boca cerrada.

–¿Estás embarazado? –exclamó su padre–. ¡Voy a ser abuelo!

Porsche le dio un sonoro beso.

–Y no vas a tener solo un nieto sino dos.

Él lo miró, sorprendido.

–¿Vas a tener mellizos? ¿Cómo puedes saberlo tan pronto?
–No, no es eso –porsche miró a kinn–. Vamos a adoptar a Diego.

–¿Alguna sorpresa más?

Kinn soltó una carcajada.

–Creo que es suficiente por el momento.

–Más que suficiente para una vida entera –los ojos a Teo se le llenaron de lágrimas–. Si muriese en este momento, sería el hombre Más feliz de la tierra.

–El hombre más feliz de la tierra soy yo, que quede claro –dijo Kinn.

–Si tú lo dices… –Teo sonrió, comprensivo.

–¡De eso nada!

Porsche  rio cuando su hermano mayor, leonardo, negó
vehementemente que le gustase ver esas fotos suyas colgadas en la Red. Unas fotos que tenían a millones de mujeres babeando.

–¿Todos esos músculos, el sudor, las poses provocativas? –
Barcode, su otro hermano, le hizo un guiño–. Esas obras maestras no Se han hecho sin tu consentimiento.

–Estaba haciendo ejercicio –protestó Leonardo–. ¿Y desde
cuándo hacer sentadillas es una pose provocativa?

–¿Has visito las fotos, Leo? –porsche se moría de risa.
Su hermano suspiró.

–Los móviles e Internet van a destruir la civilización.
–Disfruta de la notoriedad, Leonardo. Es inofensivo.
Kinn hizo una mueca–. O eso espero.

–Gracias por reconocer que el mundo está lleno de locos. Preocupado de repente, Porsche tomó a su hermano del brazo.

–¿Alguien ha hecho algo raro?

–Aparte de entrar en mi despacho y llenarlo de corazones de chocolate, o la colección de bragas que he encontrado en mi maletín con fotos y números de teléfono.
Todos rieron y Carlos, su hermano pequeño, le dio una palmadita en la espalda.

–¿Y no has compartido esos teléfonos con tu hermano?
Leonardo hizo una mueca.

–Muy gracioso.

–¿No deberías exportar bragas, ya que las mujeres te las regalan?

Mientras sus hermanos se peleaban, porsche se sentía eufórico.
Todos sabían ya la verdadera identidad de kinn y lo trataban como si fuera uno más de la familia…
Pero, de repente, le sonó el móvil y, disculpándose, se alejó un poco con expresión seria.
Con el corazón acelerado, porsche se acercó a él unos minutos después.  Estaba frente al mar, bajo la pérgola en la que tendría lugar la ceremonia unas horas más tarde.
La noche anterior habían terminado en la cama y después de dos semanas separados la pasión había sido un cataclismo. Le dolía todo después de hacerlo una y otra vez, y tenía que hacer un esfuerzo para caminar. Pero no le importaba.

Amantes Y EnemigosWhere stories live. Discover now