7: Mariposa

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Nota: Así me imagino la escena pasada con el enmascarado

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Nota: Así me imagino la escena pasada con el enmascarado. ¿Y ustedes?

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E

stoy luchando entre la inconsciencia y las voces a mi alrededor, que me impiden dejarme ir del todo.

Logro captar movimiento, y una rigidez bajo mi cuerpo.

Definitivamente me muevo, pero no por mi voluntad. Ni siquiera estoy de pie, sino acostada sobre algo plano. Creo que me están desplazando a otra área del castillo.

Cuando llega la quietud, vuelvo a escuchar las voces.

Hay un alboroto, parece que intentan detener el paso a alguien.

—No puedes estar presente, Israem.

Ese es Elius, lo reconozco.

Lucho por abrir los ojos, pero estoy tan cautiva en mi mareo que apenas distingo. Creo reconocer la figura del rey, de mi rey, pero es tan ilógico ver como Elius lo toma del brazo e impone su cuerpo como un obstáculo en su camino, que siento que todo esto es una alucinación.

—Tu presencia solo va a empeorar las cosas. No insistas... No.

Se oye furioso. ¿Cómo puede estar furioso con el rey y tener la libertad de expresarlo de ese manera?

—No te hagas el mártir conmigo cuando sabes que esto es tu culpa.

El gruñido de Israem arremete contra mis latidos. Por un momento todo vuelve a tornarse negro, no veo ni oigo a ninguno de los dos, pero no puedo arrancarme de los huesos el eco de aquel bramido.

Elius no es el único molesto, ni mucho menos el que más lo está. El humor del rey parece capaz de derrumbar los cimientos de este reino.

—No puedes entrar, no la pondré en peligro por tu insistencia —reitera Elius, y sus palabras me llevan a hacer un esfuerzo mayor por volver a abrir los ojos—. Trabaja tu culpa en un templo, no aquí. No debiste dejarla sola.

Entonces lo veo. Si esto es una alucinación, es terriblemente nítida. Israem toma del cuello a su mano, el segundo hombre mas poderoso en el reino, y lo mira como si no fuesen sus dedos los destinados a asesinarle, sino el azul de sus ojos.

No lo alza, como hizo conmigo el enmascarado; solo lo sostiene. No sé qué tanta fuerza aplica, ni puedo ver la expresión de Elius desde mi posición, pero no lo escucho suplicar, solo sostener el guante del rey con ambas manos hasta que, luego de unos segundos de agonía en los que en vano lucho por gritar, Israem lo suelta.

Luego da media vuelta y se marcha.

Justo antes de perder el conocimiento, lo último que viene a mi cabeza es la imagen de Elius enfundándose guantes blancos y un cubrebocas.

Consorte [Saga Sinergia]Where stories live. Discover now