Capítulo 9: Zhanghao

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Pero también hay sueños...

Sueños maravillosos. Sueños hermosos. Sueños de un nuevo mundo.

No sé cómo sería. Nadie lo sabe. Pero las pesadillas raramente tocan ese nuevo mundo y, en mi mente, es siempre el paraíso.

Es un lugar por el que vale la pena dejar la Tierra. Cálido. Siempre noto la calidez primero.

Y en mi sueño me despierto y estoy en casa.
Mi abuela hace panqueques en la cocina. Ella siempre le agrega a la mezcla sólo un poco de jarabe, así que la cocina ya está llena de un olor dulce y pegajoso que me recuerda a mi hogar. La abuela me mira y sonríe...

Y a veces pierdo el sueño justo allí, porque tener a la abuela de vuelta es la parte más increíble de cualquier sueño.

Ella sonríe, y eso parece hacer desaparecer todas sus arrugas.

-¡Vamos! -dice papá. Tiene ropa deportiva. Él trota un poco en su lugar, con sus zapatillas rechinando contra el linóleo. Luego mamá corre detrás de él con pantalones cortos para correr y un sujetador deportivo.

Y, a veces, pierdo el sueño justo allí, porque mamá nunca corre con él, siempre éramos sólo papá y yo.

Y empezamos a correr.

Y el nuevo mundo se extiende a nuestro alrededor mientras corremos.

Siempre es hermoso. Son las mejores partes de mi hogar, incluso mejor que eso. Son las playas donde la arena no se desliza bajo nuestros pies acelerados y el agua es dorada, no azul. Son sus fríos bosques con brisas que huelen a limón y miel, donde extraños animales del bosque, con un suave pelaje, juegan con nosotros. Son desiertos con enormes esculturas de arena que nos ofrecen agua dulce para beber.

El nuevo mundo siempre es hermoso, siempre es perfecto.

Y, si tengo suerte, el sueño queda allí.

No siempre tengo suerte.

Mientras corremos, el camino se curva alrededor. Empezamos a correr en círculos. Y veo nuestra casa, una casa mezclada que se parece un poco a nuestra casa donde vivíamos cuando era joven, pero está construida como la casa que deje antes de venir y la abuela está en el porche, agitando sus brazos y llamándonos.

Y mamá sale del camino y va a casa.

-Vamos -dice papá, y sube trotando los escalones del porche.

Pero no puedo dejar de correr. Mis pies no se giran hacia la casa.

No puedo detenerme.

Tengo que correr, dando vueltas y vueltas, en un mundo que es hermoso, sereno y perfecto.

Trato de detenerme. Giro hacia la casa, y mamá, papá y la abuela están allí, comiendo panqueques y, a veces, también está Kuanjui, y mi perro de cuando era pequeño, y mis amigos de la secundaria.

Y no puedo detenerme.

Porque, algunas veces, los sueños del nuevo mundo se convierten en pesadillas.

A través del universo - Haobin ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora