Capítulo 33: Zhanghao

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Una salpicadura de lluvia en mi piel. Kuanjui está allí, y casi nos besamos. Pero no es lluvia, es mi ducha de vapor, y no es Kuanjui, es Hanbin.

Mi cabeza cae sobre el azulejo de la ducha, calentado por el vapor.

No sé qué hacer.

Me envuelvo una toalla mientras salgo del baño. La tabla que pinté en la pared llama mi atención, y me paro, goteando agua de la ducha en la espesa
alfombra mientras la miro. No ayuda. Sigo sin ver ninguna conexión entre el Sr. Robertson y yo.

Nunca me había sentido así de perdido, así de solo, antes en mi vida.

Todas las personas que deberían estar conmigo, mis padres, Kuanjui, mis amigos, se han ido. Sin ellos, la nave se siente vacía y pequeña, yo me siento vacío y pequeño.

Debería ir al Nivel de Crío y proteger a mis padres. No debí haber dejado a Jiwoong allá. Son mis padres allí abajo, no los suyos. Él no tiene vínculos con ellos.

Pero vi el anhelo en sus ojos cuando nos fuimos, y no quiero ser el que lo tire de las estrellas.Y no quiero ser el que está solo allí abajo, en el frío de la muerte. Me siento en el borde de la cama, sin desear acostarme.

Cruzo la habitación hasta la silla por la ventana, miro de nuevo a la cama, las cobijas arrugadas, pero no deshechas. En mi primera noche aquí, Hanbin se sentó en esta silla mientras yo dormía allí.

Elevo mis pies arriba de la silla y envuelvo mis brazos alrededor de mis rodillas. Me quedo dormido dándole la cara a la ventana

No hay un amanecer. La gran lámpara amarilla en el centro del techo de la nave alumbra como una luz, y es de día.

Mi cabeza se siente confusa, como si no me pudiera despertar del todo.

Agarro un vaso de agua del baño, pero no ayuda. Si algo, el mundo es confuso. Estoy tan cansado. De pensar, de preocuparme. Solo hay una manera que conozco para parar el balbuceo en mi cabeza.

Kim, el hombre alto que me observa muy de cerca, es la única persona en la habitación común cuando la cruzo el elevador. ¿Alguna vez duerme? Casi parece como si se quedara en la habitación común sólo para mirarme y hacerme sentir incómodo. Quiero voltearme y decirle que se deje sus ojos para sí mismo, pero probablemente le guste la atención. De todas maneras, me asusta un poco.

El día solo es unos minutos viejo. Sin un propio amanecer, no se siente como temprano en la mañana, solo la luz del día normal, la misma que será al mediodía o unos minutos antes de oscurecer. Aún cuando parece como que todo el nivel está durmiendo, me apego a las aéreas rurales, corriendo más allá de las vacas y a través de las filas de maíz sin borlas que me hacen cosquillas mientras las paso. Luego de diez minutos o algo así, agarro el ritmo, deseando que mi cuerpo entre en “la zona”.

—¿Por qué te gusta correr, Rojo? —me preguntó Kuanjui luego de nuestra tercera cita más o menos, luego de empezarnos a besar, pero antes que hubiera acumulado el coraje para decirle que despreciaba el sobrenombre “Rojo”.

—Te lo dije. Adoro el momento cuando te concentras totalmente en correr, cuando todo lo que eres son golpeteos de pies.

Más rápido. Tengo que correr más rápido.

—Creo que puedo entender eso. —Kuanjui se inclinó por un beso, pero yo ya estaba concentrado en atar los cordones de mis zapatos, y todo lo que obtuvo fue una mejilla.

Alcé la mirada hacia él. —Y quiero ganar.

—¿Ganar?

Puedo correr mucho más que en mis recuerdos. Solo tengo que ir más rápido. El campo de maíz se detiene frente a una pequeña cerca. Las ovejas me miran desde el otro lado. Me deslizo dando una vuelta, corriendo a lo largo de la cerca.

A través del universo - Haobin ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora