Capítulo 11: Contradicciones

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Abrí los ojos cuando la luz del sol penetró contra mis párpados, los entrecerré antes de que pudiera acostumbrarme a la claridad. Una sensación de desorientación me envolvió estando tumbada en un suelo alicatado cuando me di cuenta de que no estaba en clase, junto a Hikari, estaba en el exterior. Tumbada en la terraza. Fue cuando me incorporé que recordé la noche anterior, no volví a clase cuando hablé con Zayne en el parapeto... Y en efecto, cuando giré la vista y lo vi a él durmiendo a unos pocos centímetros de mí, confirmé mi teoría. Había dormido junto a ese chico. Mi corazón bombeó como si me hubiera encontrado a un famoso en mi cama e hice todo lo posible para levantarme sin hacer ruido y entrar dentro del instituto.

Avance avergonzada hacia mi clase mientras miles de preguntas inundaban mi mente, los recuerdos del ayer se me hacían muy borrosos. Reducí la velocidad cuando me di cuenta del show que estaba haciendo, traté de relajarme y hacerme pensar que no era para tanto, si solo era un amigo. Pasé andando al lado de Jaime y George que se encontraban riendo vete a saber por qué razón, en cuanto a eso me miraron extrañados. Llegué delante de la pared verde del aula de música y abrí la puerta esperando dar una razón por mi ausencia nocturna, pero las palabras no quisieron salir a causa de ver a Zoe encima de mi mesa/cama. Estaba hablando con Hikari.

—¡Audrey! —exclamó la japonesa bajando de la mesa y viniendo conmigo—. ¿Dónde fuiste esta noche?

—Fui a la terraza para respirar aire fresco y me dormí sin querer —respondí sin quitar ojo de Zoe, que estaba sentada en mi sitio para dormir—. Perdón si te he preocupado.

—No pasa nada —me sonrió—. Edward fue a dar una vuelta, Zoe ha venido a vernos.

—¿Ah sí? Ya lo veo.

La expresión cálida que expresaba con Hikari se relajó cuando volví a hacer contacto visual con Zoe y fui hacia ella. No sabía qué hacía en mi clase, en mi lugar para dormir y hablando con mi amiga. Si de lo contrario fuera la Zoe Clarke amable con la que hablaba cada mañana quien estuviera en su lugar no dudaría en saludarla y generar una conversación, pero la Zoe del apocalipsis era diferente. Como la Zoe de la fiesta. Y mucho más la Zoe que buscaba mi mirada cada vez que se comía a besos a mi ex amante. Todo el discursillo que me plantó unas horas antes de la fiesta no bastó para traer a la antigua Zoe de vuelta, por esa razón, verla en mi clase con esa sonrisa tan preciosamente irritante no me permitía bajar la guardia.

—¡Eh! ¿Cómo estás, Audrey?

—Bien —forcé una sonrisa—. ¿Qué haces aquí?

—He venido a ver como te encontrabas —se dejó explicar—. Pero como no estabas aquí me quedé hablando con tu amiga, creo que fui muy maleducada al no hablarle antes.

—Sí... No pasa nada. —asentí, insegura.

—¡Claro que pasa! Por eso, estaré encantada de ayudarle con el idioma. Si ella quiere, pues claro.

—No hace falta —me adelanté sabiendo perfectamente hasta donde quería llegar —. Para eso ya estamos nosotros.

—Pero no es ninguna molestia —respondió sin eliminar su sonrisa, mirando también a Hikari—. Nos llevamos muy bien.

—De verdad que no es necesario.

Supongo que notó el toque receloso en mis palabras, pero lo ignoró.

—De acuerdo, entiendo —asintió—. De todas formas vendré a visitaros más, seguro que os aburrís todo el día aquí dentro. No hay muchas cosas que hacer que no sea leer partituras de Fréderic Chopin y contar los días hasta que vengan a rescatarnos.

—Pues mira, a mi parecer no es un plan tan terrible. ¿No deberías estar con Dylan?

—Ya lo estoy —se extrañó—. ¿Por qué debería estar siempre con él? No puedo dedicar todo el día a mi novio. También quiero estar con mis amigas.

Instituto para siempre ©Where stories live. Discover now