1.- Señorita Park.

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Mi último año de bachillerato en la Escuela Internacional Yongsan-gu en Seúl había llegado por fin.

Estaba emocionada de volver a ver a mi mejor amiga Kim Jisoo después de dos meses separadas. Yo había ido a pasar las vacaciones de verano en Australia con mi familia. Ella y yo vivíamos juntas, compartiendo un pequeño apartamento cerca del instituto por practicidad; mis padres me apoyaban con la mitad del alquiler para que me concentrara solamente en los estudios, sobretodo ahora que serían los exámenes de admisión para la universidad.

Jisoo quería estudiar gastronomía y yo quería ser maestra de nivel pre-escolar, amaba demasiado convivir con niños pequeños.

Era una linda preparatoria donde estudiábamos. Los salones no eran demasiado grandes y de la misma manera el plantel, hacía sentido al saber que apenas y éramos mil estudiantes. Era bastante exclusiva por así decirlo, no era por que fuera demasiado cara (aunque barata tampoco) se debía porque era una escuela con estándares altos a nivel académico.

Todos eran demasiado inteligentes, dedicados y muy competitivos.

Mi mejor amiga era excelente en ese aspecto, manejaba dos idiomas perfectamente y estaba por conseguir el tercero que era el inglés, sin dejar de lado que era la presidenta de la clase, Jisoo era la representación del "nació para ser líder". Yo no me quedaba atrás, tenía de los mejores promedios de todo el plantel e incluso había participado en proyectos de servicios sociales y académicos de manera internacional.

Ella tenía 17 como todos y yo... yo los cumpliría apenas en unos meses. Anormal lo sé, la historia detrás de mi corta edad era bastante curiosa y especial según mis padres.

Desde que era una infante tuve un comportamiento diferente comparado con el desarrollo que tuvo mi hermana en esos años. Hablé más rápido de lo normal y aprendí a leer fluidamente antes de los cinco, encerrándome en aventuras literarias en cuanto lo hice; aislándome ciertamente de mi alrededor y haciendo que tuviera problemas para socializar.

Mis padres preocupados, me llevaron con un psicólogo infantil con el temor de que tuviera algún tipo de autismo. Después de varios estudios cognitivos y cerebrales realizados llegaron a una conclusión; el especialista dijo que yo era una niña prodigio y si se me daba la formación correcta, podría ser una superdotada. Siendo conscientes de esto, mis papás se esforzaron para que esto sucediera, cubriendo cada una de mis necesidades especiales.

El apellido Park brillaba en cada lista de los concursos de diferentes ramas en Australia. Orgullosos mis padres, mostraban cuando podían cada uno de los diplomas y reconocimientos que había conseguido antes de los diez; debido a esto, no sorprendió cuando en nivel básico me adelantaron un año más académicamente, teniendo solo 6 años cuando estaba en el segundo de los seis ciclos de este nivel.

El comité escolar incluso ofreció pasarme al tercer año pero mis padres se negaron, no queriendo que fuera demasiado joven para niños de 8 inviernos.

La preparatoria la había iniciado con 14 años en una de las mejores escuelas en Corea del Sur, el país de origen de mi familia.

Aún así era un país desconocido para mi donde, para sumar mi creciente desgracia, no fue bien visto en el instituto mi edad. Trayendo comentarios dolosos en esos días pero nada importante cuando tenía la luz de mi vida, mi Unnie. La cual conocí en cuanto me mudé pues sus padres fueron los que me recibieron en su casa por el estrecho lazo de amistad que tenían los señores Kim con mi familia.

Ellos habían sido amables y encantadores conmigo, su hija más joven no fue la excepción y desde ahí nos hicimos inseparables. Tratándome como su hermana pequeña y siempre estando ahí para defenderme.

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