Capítulo 2

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17 de febrero de 1955

Hace algún tiempo, mi madre solía contarme historias de monstruos para aterrarme. No lo hacía con el afán de hacerme sentir mal, sino, de saber que esos monstruos no son los típicos seres mitológicos o deformes de viejas leyendas y cuentos de noche.

Los vivos son pesadillas inciertas.

Ella compartió conmigo no solo su sabiduría, también su amor, cariño, confianza y paciencia. Tenía alrededor de 16 años cuando el caos se desató aquella fatídica noche de año nuevo. Era un gran festejo, con ron viejo y comida casera que calienta tu alma y corazón cuando es preparada por las manos correctas.

Todo era risas y diversión que logré compartir junto a mi madre y a mi novia de ese entonces. No pedí nada más que ese tonto y sueño tan cliché de una vida normal, llena de bendiciones que lograrán hacerme crecer como persona. Pero, para mi mala fortuna, digamos que jamás estuvo en los planes de Dios darme una vida fácil.

Aunque jamás me la dio.

Eran alrededor de las dos de la mañana, en mitad de nuestro viejo pueblo. Todo el mundo estaba reunido en esa plaza, cantando y bailando al ritmo de la banda sonora del pueblo, que alegraba cada cuerpo y corazón que giraba alrededor de una hoguera que calentaba la emoción de júbilo y anhelo por un mejor año. Solo deseábamos tener otro año lleno de éxitos y clamor.

Entre los susurros del bosque, ocultos a oídos sordos que se distraían ante el canto de las mejores voces angelicales de la iglesia, el mal liberado por las manos malditas y bendecidas por satanás llegó hasta el órgano de la pequeña comunidad. El fuego abrazó al pueblo con la intensidad del mismo sol. Gritos y llantos fueron la armonía agonizante que ahogó al pueblo que me vio crecer.

Ante mis ojos, noté la masacre que se llevaba una pequeña parte de mi alma. Y dolió, golpeó mi corazón tres veces antes de golpear mi caja torácica con fuerza hasta derribarme contra el suelo. Mis ojos miraron con horror a la bestia que buscaba llegar a mi cerebro y corazón.

Eso luchaba con uñas y dientes, yo también lo hice. Fue una pelea sangrienta en dónde yo tenía la desventaja, mi cuerpo humano, tan frágil como una oruga recién nacida, era nada comparado con el monstruo que logró desgarrar la carne de mis brazos y vientre, buscando matarme y tomar mi lugar.

En ese entonces no lo sabía. Nadie, en realidad. Qué aquellas bestias que mordían, masticaban y tragaban la sangre y carne de los corderos de Dios, eran tan similares a su manera. Esa noche, esa fatídica noche del treinta y uno de diciembre de mil novecientos cuarenta y nueve, el mundo se sumiría en la oscuridad que los viejos nazis decidieron soltar.

Creí que había ganado la batalla cuando desperté en ese hospital, cegado por las fuertes luces blancas y el aroma estéril del ambiente que me hizo suspirar. Perdí más de lo que pensé. Escuché sollozos débiles a mi derecha, y un frío inexplicable a mi izquierda. Fue entonces cuando me di cuenta de que había perdido al pilar más valioso que sostenía mi vida.

Mi novia lloraba, desconsolada y asustada mientras se escondía detrás de sus manos y un viejo pañuelo. Mis ojos apenas procesaron la imagen de la camilla bañada en sangre y equipo médico regado por el suelo. Escuchaba cada gota de sangre caer y unirse al charco rojo sobre el suelo de mosaico blanco.

Una, dos, y tres gotas fueron suficientes para ver esa carne del rostro desgarrada en tiras, exponiendo tanto músculos como huesos del lado izquierdo superior. El cráneo estaba roto, una abertura circular perfecta que derramaba como una malteada los restos del cerebro que aún conservaba mi madre. Sus bonitos ojos azules estaban apagados, tan fríos y oscuros como la vez que murió papá.

Jamás esperé ver esa mirada de nuevo.

Mi madre, la mujer que me dio a luz, me engendró y protegió con su último aliento, ahora era solo carne molida mal unida por médicos y enfermeros con el ego alto que creyeron erróneamente que podrían salvarla. ¿Cómo salvas algo que está reducido a una bolsa de carne al rojo vivo?

We'll Meet Again ||Francis Mosses||Where stories live. Discover now