Capítulo 7

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Tomó un sorbo largo, hasta que la taza quedó completamente vacía. En el vacío del salón sus ojos bailaban sobre el suelo, observando cada pelo de la alfombra, cada rayo de luz que atravesó la ventana y el golpeteo ocasional de las débiles gotas de lluvia que quedaban en esas nubes grises.

El silencio era profundo, tan oscuro y vacío. Lo encontraba perfectamente encantador incluso si la soledad que estaba sentada a su lado lo agobia hasta asfixiarlo y matarlo poco a poco. Consumiendo sus últimas energías y alegrías. Francis dejó de respirar alrededor de diez segundos. Segundos que fueron eternos a medida que la puerta de su habitación se abría.

Fue rápido, pero a la vez tan lento e imperceptible como el tiempo mismo.

Dos enormes manos se posaron sobre sus hombros mientras la taza caía al suelo, rompiéndose en mil pedazos que salieron volando por el aire y dispersándose en el suelo. Para cuándo sus ojos se elevaron, los brillantes orbes verdes estaban tan cerca de los suyos. El toque era brusco, pero reconfortante al mismo tiempo, porque se sentía real y no solo un sueño.

Estaba sin aliento, incrédulo y de pie, con las manos temblando a medida que la cercanía del otro hombre se volvía tan invasiva sin intención de serlo. Estaba preocupado, eso podía ser obvio de notar por la forma en que lo mira, en la que le susurra su nombre y la misma pregunta. "¿Estás bien?" Sí, definitivamente él lo está.

-¡¿Por qué demonios te preocupas por él?! ¡Yo soy quien está atado!

La segunda voz es un completo dolor de cabeza que lo hace cerrar los ojos otra vez. Perdió las fuerzas cuando la adrenalina abandonó su cuerpo. Cayó a los reconfortantes brazos que lo sujetaron con una fuerza abismal, evitando su caída dura hacia el suelo. Recargó su cabeza contra el amplio pecho del pelinegro. Respiró profundamente el aroma de su colonia antes de aferrarse con todas sus fuerzas.

-Creo que es más que obvio quién es el farsante aquí.

Esa profunda voz le hizo darse cuenta casi de inmediato lo que había pasado los últimos segundos. Los últimos instantes antes de que su hogar se convirtiera en un campo de batalla. Los ojos castaños miraron su alrededor, el desastre evidente que arruinó la hermosa decoración hogareña característica de un hombre soltero.

Francis solo pudo gesticular un gemido de dolor antes de mirar sus muñecas y después sentir su cuello. Había marcas rojas, unas bastante notables y graves, sobre todo las que estaban en su cuello. Rastros de sangre sobre su camisa blanca y el suelo dejaban en evidencia lo herido que estaba. Pero había conseguido sobrevivir y mantener su cuerpo lejos de las fauces del doble que con esfuerzo ato y arrinconó sobre un viejo mueble.

No sería suficiente, pero ahora tenía a alguien a su lado que podría ayudarlo.

Jackson confiaba en él, ¿no? Él es bueno en su trabajo, jamás ha fallado en su tarea de descubrir dobles. Le aterraba lo preciso que era, pero eso es una buena ventaja. El agarre sobre su cuerpo aumento, al punto de casi asfixiarlo Pero no se quejó demasiado. Tenía algo que lo hacía sentirse relajado y despreocupado de la estresante situación que vivió.

En cuanto el doble miró la forma en la cual el portero seguía sosteniendo a Francis no pudo evitar sentir curiosidad por la forma tan sobre protectora que lo sostenía. Era sumamente extraño, pero lo relacionó al instinto del portero. Ese hombre siempre fue una bestia contra los dobles, los mataba con sus propias manos si trataban de pasarse de listos con él.

El Francis falso se burló, soltando una risita que puso de nervios al castaño que se aferró aún más a Jackson.

-Debemos llamar a DDD... -dijo en un susurro, y lo único que recibió por parte de su vecino fue un gruñido.

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⏰ Cập nhật Lần cuối: May 14 ⏰

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We'll Meet Again ||Francis Mosses||Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ