0. Prologue.

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0. Prólogo.

* ALTAIR'S POV

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* ALTAIR'S POV.

En la calidez de la noche, mi madre me arrullaba con fábulas de finales felices para ahuyentar los miedos. Pero en la penumbra, mi corazón sabía que el verdadero monstruo no moraba bajo la cama, sino en mi casa, donde lo llamaba "papá".

No recuerdo con exactitud cómo sucedió todo, pero sí recuerdo los gritos, los golpes y las peleas mientras yo me escondía en mi habitación, cubriéndome las orejas. Sucedía constantemente.

Hasta que un día no volví a ver más a mi madre. Él, a quien solía llamar "Papá", había acabado con su vida en una pelea. Nadie sabía cómo explicarle a una niña de 9 años que su padre había asesinado a su madre, metiéndolo preso sin libertad por mucho tiempo, quitándole definitivamente su tenencia y más aún cuando una vez dejó un moretón en mis pequeños pómulos.

Y así fue como terminé en un orfanato al que solíamos llamar el "grave". En "grave" contábamos muchas historias, cuentos susurrados, fábulas de medianoche, leyendas que se murmuraban a la luz de una vela, siendo la más conocida la del fabricante de lágrimas. En un rincón olvidado del tiempo, un fabricante de lágrimas hilaba susurros en el aire. Tejiendo historias de dolor y alegría, sus manos expertas modelaban cada gota con esmero. Las lágrimas, portadoras de secretos y verdades, fluían del corazón del fabricante, empapando el mundo con la sal del alma. Hablaba de un mundo donde ninguno era capaz de llorar y las personas vivían como ánimas vacías, despojadas de emociones, pero oculto de todos en su inmenso aislamiento había un artesano solitario rodeado de sombras, pálido y encorvado, quien con sus ojos claros como el vidrio, era capaz de producir lágrimas de cristal.

No me imaginaba que un lugar como "grave" existiera, no me imaginaba que sentiría tanto la ausencia de mi dulce madre, y tampoco me imaginaba que aquella historia se volvería la mía.

Recuerdo haberme acercado a esa mujer apenas llegué al orfanato rodeada de niños.

- Tú debes ser Altair. - Había dicho la mujer, a lo que yo asentí. - Qué extraño verle a una niña el nombre de una estrella tan inestable. Aquí tenemos pocas reglas. Respeto, orden y obediencia, síguelas y no habrá problemas. - No seguía ninguna, al menos no hacía ella, no me importaba pagar el precio, odiaba que esa mujer quisiera controlarme.

La mujer de nombre Margaret había ordenado que tomaran mi valija a uno de los niños. Sentía que todo iba bien hasta que pronunció aquellas palabras.

- Dame la diadema, no se permite tener objetos personales. - Apuntó a aquella diadema estilo corona de estrellas plateadas que mi madre siempre solía usar.

- Era de mi madre. - Me quejé, acompañada de una mueca suplicante.

- Orden, respeto y obediencia. - Odiaba cuando decía aquellas palabras. - No deseas transgredirlas el primer día. ¡Rigel! - Llamó a ese niño detrás de ella, que de inmediato me sacó la diadema de la cabeza ariscamente para irse corriendo hasta perderlo de vista con mi diadema en mano.

Para mí no se trataba simplemente de una leyenda, porque en "grave" me encontraría al fabricante de lágrimas.

- Llorar no hará que regrese aquello que has perdido. - Sus palabras todavía seguían en mi cabeza, esas palabras tan insensibles. - Adeline acompáñala a la alcoba.

...

- Era de Julia, ella fue adoptada ayer. - Dijo la platinada, apuntando a la cama donde dormiría.

Recuerdo preguntarle cuánto tiempo llevaba en el orfanato, pero ella simplemente evadió la pregunta para preguntarme algo más.

- ¿Seremos mejores amigas? - Había dicho tiernamente Adeline, ganándose la primera sonrisa que había dado en mucho tiempo desde lo que sucedió.

Y así fue como terminé en "grave". Pensaría que sería eterno y más aún cuando cada oportunidad de adopción que tenía era rechazada porque Miss Margaret les decía que era una niña rebelde y problemática. Pensaba que quería deshacerse de mí, pero a la vez tenía cierta obsesión conmigo y no me dejaba ir.

Pero por mucha suerte el tiempo pasó rápido, y ahora con 17 años saldría de aquí, una nueva oportunidad, alguien había pedido por mí después de tanto tiempo, sería feliz, ansiaba la felicidad tanto que me había aferrado a la idea de que después de tanto sufrimiento en algún momento estaría mucho mejor. Aunque bueno, nada mejor que salir de esta cárcel de porquería.

 Aunque bueno, nada mejor que salir de esta cárcel de porquería

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CAPÍTULO CON FALTAS DE ORTOGRAFÍA QUE SE IRÁN CORRIGIENDO.

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