3. El arte de tu llanto.
ALTAIR'S POV.
Hoy sería nuestro segundo día en la escuela, espero que este día tampoco hayan problemas y que sea un día normal.
Salí de la casa encontrándome a Anna quien me sonrió.
- Buenos días, ¿dormiste bien?. - Asentí con una sonrisa.
- Si quieres después de la escuela vamos a comprarte unos vestidos. - Asentí agradecida. - Se las llevas a Rigel por favor. - Dijo dándome una canasta con ropa, lo que me faltaba, ese hombre me ve en su cuarto y me fusila, pero ya que, no iba a negarle ese favor a Anna.
Camine hacia la habitación de Rigel en silencio para dejar las cosas rápidamente e irme pero me entró la curiosidad y empecé a ver con detalle su habitación. Vi una cajita de pastillas en una mesita, no sabía por qué el necesitará aquello. Miré un cajón, al abrirlo noté una gran caja, iba a tomarla pero cuando sentí que alguien se acercaba cerré el cajón inmediatamente notando a Rigel otra vez sin camisa mirándome, cague. Pero fuera de todo ¿que tenía este tipo de estar medio desnudo por todos lados?
- ¿Que parte de la frase "No entres en mi cuarto" no quedó clara?
- Anna me pidió que te dejara esa ropa. Es un favor, ¿como es posible que en esa cabecita tuya no puedas entenderlo?
- Para ti soy el fabricante de lagrimas. - Empezó a acercarse a mi con lentitud. - El lobo de la historia. Y ahora, dime. ¿Como definirías ser gentil con alguien que solo desea verte desaparecer? ¿No es hipocresía? - Empezó a acercarse más a mi, empecé a retroceder hasta que noté que ya estaba pegada la puerta.
- No te preocupes Rigel, el sentimiento es mutuo, por lo tanto ambos somos hipócritas. - En mi cabeza soné segura pero realmente mis palabras sonaron tímidas.
- Mírate, tiemblas, te espanta incluso el sonido de mi voz. - Susurro y yo di una larga bocanada de aire, era como estar sofocada, el me estaba sofocando.
- No comprendo que es lo que quieres, ¿molestarme hasta el fin de los tiempos? Rigel no comprendo. - Mordí mis labios, su mirada bajó hasta ahí.
- ¿Sabes por qué las fábulas acaban con un "Para siempre"?
- Ilumíname.
- Para recordarnos que hay cosas que no cambian Altair. - Mi nombre en sus labios, sonaba como si que saliera de él fuera un inmenso pecado.
- Pero ahora si cambiaron. - Dije con dureza. - Ya no estamos en "grave" - El volteó la mirada para rápidamente volver a juntar sus ojos con los míos.
- Te estás aferrando a tu final feliz.
- ¿Acaso tú no? - Susurre pegando mi frente a la de él. El puso su mano en el lado izquierdo de mi rostro haciendo que cerrara mis ojos por el tacto tan frío pero a la vez tan cálido, las yemas de sus dedos dándome ligeras caricias, si no fuera el juraría que fue con dulzura.