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La mañana se desplegaba con suavidad, y aunque el sol apenas comenzaba a asomarse, Violeta ya estaba despierta. Sus ojos se abrieron lentamente, ajustándose a la luz que se filtraba a través de las ventanas. Se encontró mirando el techo por un momento, antes de girar su cabeza hacia el lado de la cama donde Chiara debería haber estado. Pero en lugar de encontrarla allí, sus ojos se encontraron con una nota cuidadosamente colocada sobre la almohada.

La curiosidad la impulsó a tomar la nota, y una sonrisa iluminó su rostro al leer las palabras escritas con la letra de Chiara:

"You look pretty today. I like you in blue"

Violeta bajó la vista hacia el pijama que llevaba puesto, el mismo que Chiara le había prestado la noche anterior, y no pudo evitar que su corazón diera una voltereta.

Con la nota aún en sus manos, Violeta se levantó y se sentó en el borde de la cama. Allí, tomó una foto de la nota y la guardó en la funda de su móvil, un pequeño tesoro que la acompañaría durante un buen rato.

Chiara, por su parte, se encontraba en la universidad, terminando de alistarse en uno de los baños cerca del salón donde tenía clase con Abril. Se aplicaba el último toque de maquillaje cuando escuchó el sonido de un mensaje entrante en su móvil. Era de Violeta.

Vivi <3
online

Deja de hacer eso
6:21 a.m

eh? que deje de hacer que?
6:22 a.m

De hacer cosas que me hacen querer besarte hasta quedarme sin aire
6:23 a.m

La ojiverde rió al leer ese mensaje para después morder su labio. Contestó su mensaje con un audio deseándole buena noche y pidiéndole que le esperase para que comieran juntas. Violeta aceptó pero avisando que ella cocinaría.

Las clases pasaron en un abrir y cerrar de ojos para la medio inglesa, que estaba ansiosa por volver a casa. Mientras tanto, La periodista pasó el día entre sus propias actividades, conversó un poco con los compañeros de piso de Chiara, con todas las buenas intenciones dentro de ella organizó un poco la habitación de la chica más alta, siempre teniendo la nota de Chiara cerca y presente en su cabeza, al igual que el recuerdo de los planes que tenían para la tarde.

Cuando Chiara regresó, encontró a Violeta dormida en la habitación. Decidió no despertarla y, en cambio, se sentó al piano, conectó los auriculares y comenzó a tocar. La música fluyó, y con ella, las palabras de una nueva canción que Chiara sabía que algún día compartiría con Violeta.

"Escribir sobre ella era mi afición oculta"
Era lo que pensaba Chiara en ese momento.

Esa fue su manera de esperar a que la colorada despertara para llevar a cabo sus planes de la tarde.

Después de unas cuantas horas, Violeta despertó con una suave melodía en sus oídos y vio a Chiara tocando el piano. Se quedó observándola en silencio, admirando la concentración y la pasión con la que tocaba. Cuando Chiara finalmente se dio cuenta de su mirada, se detuvo, un poco avergonzada, pero Violeta la animó a continuar.

—— Nunca me cansaré de escucharte cantar. —— Aseguró la motrileña mientras sonreía de manera tierna.
—— Yo me muero de ganas por escucharte cantar. —— Soltó la ojiverde. La confesión de Chiara colgaba en el aire, un deseo expresado con la suavidad de una caricia. Violeta sintió cómo su corazón se aceleraba, cada latido un eco de las palabras que acababa de escuchar, sin embargo, la voz de la pelinegra era suave, pero cargada de una honestidad que no dejaba lugar a dudas. Era una invitación, un deseo, una esperanza.

Violeta bajó la mirada, sus dedos jugueteando con el borde de la sábana. —— Algún día. —— Comenzó, su voz apenas un susurro. —— Algún día te cantaré algo. —— Hizo un silencio. —— Solo... solo necesito un poco de tiempo.

Chiara asintió, su sonrisa nunca vacilante. —— Te esperaré todo el tiempo que necesites, mi niña. —— aseguró, y su mano encontró la de Violeta, entrelazando sus dedos en un gesto de apoyo incondicional al mismo tiempo que miraba a Violeta con una sonrisa juguetona.

—— ¿Qué te parece si comemos algo? Seguro que tienes hambre después de tu siesta. —— Violeta asintió, su estómago gruñendo en acuerdo.

Se levantaron y se dirigieron a la cocina, donde encontraron la comida que Violeta había preparado antes de que Chiara regresara a casa. Comieron y charlaron, disfrutando del momento y de la compañía mutua.

Una vez que terminaron, se pusieron manos a la obra para limpiar juntas. Las risas y las conversaciones llenaban la cocina mientras ordenaban todo. Con la cocina reluciente, regresaron a la habitación de la menor, donde se acomodaron para una maratón de películas, sumergiéndose en historias que las hacían olvidar el tiempo.

Cuando la noche se hizo más profunda, Violeta se dio cuenta de que era hora de partir. Chiara la sujetó con fuerza, sus ojos brillantes con un ruego silencioso. —— Quédate un poco más, ¿sí? —— murmuró, su voz llena de un cariño que hacía difícil decir no.

Al mismo tiempo, la pelinegra se aferró a la colorada con una mezcla de súplica y vacile en sus ojos. —— ¿Seguro que tienes que irte? —— preguntó, su voz teñida de una dulzura que buscaba persuadir. Sus manos se deslizaron por los brazos de Violeta, en un gesto tierno que invitaba a quedarse. Hizo pucheros, inflando las mejillas en una expresión adorable que sabía que a la reportera le resultaba difícil resistir.

Violeta sonrió ante la encantadora escena, sintiendo cómo su resolución flaqueaba por un instante. Chiara aprovechó ese momento de debilidad, acercándose para depositar una serie de besos suaves y cálidos a lo largo de su cuello, cada uno un argumento silencioso para que se quedara.

—— Solo un poco más, honey. —— Susurró Chiara entre besos, su aliento cálido contra la piel de Violeta. La motrileña cerró los ojos, disfrutando del cariño y la atención, pero sabía que no podía ceder.

—— Amore, que más quisiera yo pero tengo que trabajar mañana. —— Respondió, aunque su voz temblaba con la tentación. La menorquina asintió, pero no se rindió, abrazándola con más fuerza y cubriéndola de mimos, sus manos acariciando su espalda en un último intento por convencerla.

Pero finalmente, con un suspiro resignado, Chiara se apartó ligeramente, aunque sus manos seguían entrelazadas con las de Violeta.

—— Está bien, ve. —— Dijo. La reportera, conmovida por la intensidad del momento, le dio a la menor un abrazo apretado y un beso profundo, un sello de su amor y la promesa de volver.

Chiara la acompañó con sus brazos aún rodeando a Violeta en un abrazo mientras caminaban hacia la puerta y con un último beso, Violeta se alejó, dejando a Chiara con el estomago revuelto de las típicas mariposas y sus dudas resueltas.

Era ella.
Siempre sería ella.

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It's a Match | KiviWhere stories live. Discover now