Lucifer, sufre por el abandono de su familia, lo que lo lleva a una profunda depresión y deseos de quitarse la vida.
Sin embargo, escucha un rumor sobre un hotel habitado por monstruos con una maldición propia. Con esperanzas renovadas, decide visi...
⚠️ CONTENIDO SEXUAL: ¡PROCEDE BAJO TU PROPIO RIESGO! ⚠️
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Lucifer mordió su labio inferior desesperado. No quería... no quería rogarle a él, ni a nadie.
Ya no... ya-
— ¡Oh, por Dios, Alastor! ¡Solo cógeme, por lo que más quieras! — sus palabras se escucharon fuerte y claro. No parecía ser una petición, si no más bien, una orden de parte suya. Hasta qué... — P-Por favor..., t-te necesitó dentro~ — le pidió entre jadeos mojados.
Estaba rojo de la vergüenza. Jamás le había pedido a alguien que lo follara. Nunca. Jamás. Eso era para gente sin escrúpulos, sin ética y... cómo él, ahora mismo.
Movía sus caderas sin parar, en busca de más placer para su cuerpo, las falsas estocadas estaban disminuyendo y eso no le gustaba para nada...
Soltó una pequeña carcajada complacido, ya tenia lo que queria, que le rogara y suplicara...
Bien podria alejarse e irse, dejando que él anhelara que lo complazca, haciendo como que no paso nada... Pero su erección decía lo contrario, punzaba y dolía de lo dura que estaba, sus manos bajaron a los pantalones de Lucifer y sin tacto los rasgo completamente, ¿a quién le importaba la ropa en este instante? A él no.
Alineo su duro pene en la entrada de Lucifer y sin cuidado lo metió dentro, él quería que se lo follara, pues lo haría a su manera.
Empezó las embestidas, lentas al principio, Lucifer estaba un poco dilatado pero todavia apretaba su polla de forma espléndida.
Las embestidas poco a poco subieron de ritmo, Lucifer gemía sin vergüenza y Alastor trataba de callar los suyos.
— ¡Oh, por Dios!~ ¡Ah!~ — gemía sin pena alguna el chico. Se aferraba a las sábanas, mientras su cuerpo era complacido por su acompañante. — ¡Más, por favor, más!~ — rogaba entre lágrimas de placer, sus piernas no dejaban de temblar.